11 de febrero de 2018

PETIT KOMITÉ (GALDAKAO): Quizás el restaurante más romántico.

Increíble me parece que haga cuatro años de mi última visita. Ya sabemos a la velocidad que pasa el tiempo pero me parecía imposible que hubiese pasado tanto.

Me encanta este sitio. Es un comedor que tal vez sea, en mi opinión, el más romántico. Quiero decir con ello que su decoración, su luz, su ambiente en general me parecen los ideales para cenar con alguien que te haga sentir mariposas en el estómago.

Pues hoy se cumplen los requisitos para ello así que he disfrutado de una estupenda cena en todos los aspectos.
Aposentados en una de sus preciosas mesas, nos acercan las cartas pero en el asunto del vino vuelvo a preguntar por algún blanco con algo de crianza. El atentísimo y muy profesional encargado de sala que nos atiende me ofrece un rioja que desconocía. Concretamente un Oscar Tobía reserva 2013. Variedades malvasía, viura y tempranillo. Crianza en barricas de roble francés y americano durante 18 meses para descansar posteriormente medio año en botella. Un vino que me recuerda a varios riojas de este estilo. En mi modesta opinión es joven aún. Creo que algún año más de botella terminará de afinarlo.

Un estupendo pan con crujiente corteza y buena miga y unos aperitivos riquísimos, unos bombones y un txupito de hongos tan rico que le comento si no tienen por ahí un termo para llevar.

Tienen cosas en carta que me hubiese gustado probar pero mi compi es más de sota, caballo y rey así que continuamos con unas finas y sabrosas croquetas de jamón y de bacalao. Buena ración, tamaño bocado y muy bien conseguidas.

Pasamos a un pulpo a la brasa con patata chafada y ali oli de miel. Muy rico y en su punto exacto. Presentado en dos medias y generosas raciones.

Arantza se decanta por un solomillo con crema de idiazábal y unas más que cojonudas patatas presentadas “en gordo”. Como afortunadamente no tiene ya demasiado apetito, me las como yo todas. Están tan ricas como la carne y por cierto, también está de rechupete.

Yo prefiero probar su guiso de rabo de vacuno mayor. Deshuesado y sabroso. Esos pimientos morrones que lo acompañan están para llorar de ricos.

Estamos en carnaval y estoy con quien estoy pero hay un postre que me llama la atención así que consigo salirme con la mía. Un souflé de chocolate caliente. A cucharadas, sin descanso. Mira que me gusta a mi el chocolate así presentado. Disfruto y mucho con un poquito de ayuda pero muy poquito.


Hoy me hubiese tomado muy gustosamente un GT pero…..  Si hubiese sido otro época más templada, en su preciosa terraza cubierta……. Pues habrá que volver. No se merecen tanta espera. Nos tomamos la infusión y el cafecito en esa preciosidad de vajilla que tienen y abonamos los 119 euros de la cuenta. Estupenda relación calidad-precio. Un restaurante que cumple con todos los requisitos necesarios para una buena velada.

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