28 de enero de 2018

RESTAURANTE LOS PECES (BILBAO): Con la miel en los labios.

Había pasado por delante en unas cuantas ocasiones y además había leído algunas cosas sobre él y como no podía ser de otro modo había que probarlo.
Llevan abiertos aproximadamente dos años, disponen también a diario de un menú del día.


El local engaña un poco visto desde la calle puesto que el comedor, amplio, se sitúa al fondo. Mesas amplias y con buena separación entre ellas, eso sí, poco “lujo”. Mantelería de papel, aquí se viene a comer pescado a unos precios más competitivos. El pan no es el fuerte del local, correcto, sin más.

La carta de vinos es bastante decente, con muchas referencias de vinos blancos. Tenía que preguntar, por si había suerte pero no, los vinos disponibles son de añadas jóvenes, cosa lógica por otro lado. No han tenido tiempo de guardarlos. Así que, con muy poca “oposición” por parte de Aran, nos decantamos por una botella de Mumm, un champagne que nos gusta mucho. Fresco, con fruta, fina burbuja. Un vino espumoso con el que puedes disfrutar de la cena desde el principio al final. 


Mi intención era comerme uno de sus peces, lógicamente pero en cuanto mi compi ha echado un vistazo a su carta no ha podido evitar pedir la sopa de pescado. El plato era de buen tamaño y la ración para quedarte más que satisfecho. Así que después no ha tenido capacidad para darme el gustazo. La sopa bien preparada, no de las de sobresaliente pero rica y cremosa.


Mientras ella degusta su sopa, yo disfruto de unas navajas. Buena ración, una pena que un par de ellas tuvieran demasiada arenilla, curiosamente han sido las dos últimas de la fila. Cosillas sin demasiada importancia pero que tienen "su aquel".


Continuamos con unas estupendas gambas de Huelva estupendamente cocinadas. En su punto ideal, ni poco ni mucho. Sabrosas, finas y con el punto idóneo de sal. La que me acompaña se permite el lujo de pelarlas como los “finos”, con cuchillo y tenedor, se nota que estudió en colegio de  monjas.


Aran no había probado el pulpo hasta hace unos cuantos años cuando hicimos un viaje a Galicia y desde entonces lo pide en cuanto puede. Hoy le ha salido mal la jugada, el pulpo venía con una cantidad más que curiosa de esos “polvos” que lo suelen acompañar y el picante era excesivo para su “poco valiente” paladar. Así que el que se ha puesto las botas he sido yo. Estaba cojonudo. En ese punto ideal que me encanta, sin pasarse ni como una piedra. De los que hay que masticar pero sin perder los dientes.


Pues como reza el título de este comentario, me he quedado con la miel en los labios así que “no me queda otra” que volver un día a probar uno de esos peces que he visto en el mostrador de la cocina vista.
Como yo sigo teniendo hambre me pido media ración de quesos variados que mi compi es, como siempre, incapaz de catar. Ella se lo pierde.
Disfruto mucho con el Idiazabal y con el último de la fila, el azul. Ambos muy ricos.


Un cafecito y la correspondiente infusión dan por terminada la cena. Abonamos los 109 euros de la cuenta que si descontamos el Mumm, nos da una correcta relación calidad-precio. Lo dicho, un sitio donde poder degustar mariscos y peces bien preparados a precios competitivos, sin lujos.



En la calle tengo una pequeña charla con el propietario del negocio con quien curiosamente comparto unos cuantos conocidos. Nos hemos juntado 3 Ayaleses. Nunca me cansaré de la imagen de la foto, Ayala, incluso para un tío con corazón de Bilbao, tiene sus encantos.

14 de enero de 2018

MOMENTAZOS 2017

Aunque con un poco de retraso, como tengo costumbre, quiero hacer un pequeño repaso de los mejores momentos vividos el año pasado en un restaurante.
Por supuesto dar las gracias a todas las personas implicadas en mi disfrute: mis compis de andanzas, personal de sala, personal de cocina, personal auxiliar, panaderos, carniceros, pasteleros, heladeros, personas relacionadas con el mundo del vino................... y también a los que en algún momento habéis pasado por aquí y hacéis que este pequeño entretenimiento siga teniendo algún sentido. Eskerrik asko a todos y todas, de todo corazón. En algunos de ellos el vino ha tenido casi más peso que la comida, bien pudiera colgar mil fotos pero esto no deja de ser una pequeña muestra, nada más. Os dejo con lo que realmente merece la pena, "el paisaje". 







































Repetir lo dicho, mil millones de gracias a todos, eskerrik asko.

3 de enero de 2018

RESTAURANTE NIDOBILBAO: Ojalá que 2018 nos traiga más "Eulogios".

Pues aunque parece mentira, otro año más que se nos va….. ufffffff……  Demasiados me van pareciendo ya. Parece que fue ayer cuando nació mi compañero de hoy y ya es todo un hombre.
Hemos cogido con ganas el “vicio” de celebrar juntos el fin de año y procuramos darnos un buen homenaje, Ninguno de los dos somos de este tipo de celebraciones “plastificadas” en las que quien ni se acuerda de ti en todo el año, parece ahora casi tu mejor amigo.


Pues nos acercamos al restaurante Nido, donde ya celebramos este día el año pasado. Hoy la cosa ha sido un tanto curiosa puesto que Iratxe nos comenta si queremos cenar en la mesa grande, la del “txoko”, donde cenan sus amigos, su hija y ellos mismos cuando terminen la dura jornada. Pues dicho y hecho. En una mesa enorme, allí que nos aposentamos “ambos dos”.

Tenía yo ganas hoy de regar la cena con un vino en concreto pero no sabía si quedaría algo por ahí. Pues tengo suerte, la última botella. Un albariño que ya había probado y que es mucho albariño. Un Eulogio Pomares 60 meses de crianza. Cosecha 2009. 1.200 botellas vieron la luz. Esto es algo totalmente diferente, por algo lleva el “apellido” que lleva, “desiguales”. Un vino que necesita un tiempo para abrirse como es debido, precioso color más verdoso que amarillo, Nariz intensa, mucho. Otra cosa es reconocer lo que quiere decirnos. En boca potente, muy potente. Este vino no es para dar grandes tragos, es para disfrutarlo sin prisa, despacito. Hemos disfrutado mucho más a medida que transcurría la velada. Una pena muy grande eso de que sepamos que, al menos por ahora, no podemos volver a catarlo. Eso sí, que nos quiten lo “bailao”.


Comenzamos con un excelente foie que preparan ellos mismos. Un producto que nos encanta y que desde luego está riquísimo. Buen pan para untarlo, un pan de semillas que hace que nos pongamos las botas. No queda ni una migaja.
Continuamos con la ostra. Gracioso el asunto, ninguno de nosotros es, precisamente, un enamorado de este alimento. Pero el campeón, se jama ambas mientras que yo doy cuenta de “los adornos”.


Nos llegan ahora unas cojonudas alcachofas con unas lonchitas de queso. Ambos de mucho nivel y además “maridan” estupendamente.


Le toca el turno al pimiento relleno de marisco con una salsa de esas que te hacen perder la compostura y dejar el plato casi para guardarlo sin necesidad de fregoteos.
Posteriormente degustamos unos raviolis con trufa, riquísimos, una lástima que la foto no sea "presentable". 


En este punto de la cena se nos unen nuestros compis de mesa. Cara de sorpresa al vernos allí aposentados pero uno es “resultón” y enseguida se pierden todas las vergüenzas.
Tras un momento curioso donde una botella de esas de 3 litros que regalan a los locales resulta estar llena de agua, nuestro anfitrión saca una de un espumoso desconocido para mi. Un Xamprada ecológico extra brut reserva. Mitad chardonnay y mitad godello. Crianza de 46 meses. Un vino agradable, al que somos generosamente invitados.

Terminamos la parte salada con un exquisito solomillo acompañado de unos cojonudos pimientos rojos asados. Buena calidad de la carne perfectamente servida, en su punto y a su temperatura.


El postre de hoy es un brownie de chocolate con una bola de helado. Ricos, muy ricos ambos. Y más aún si los mezclas.

Y tontamente han llegado las doce de la noche, tras unos momentos de “tensión” por no poder acertar con el encendido de la televisión, al final entre algún que otro móvil y la radio, alguno se come sus uvas correctamente. Yo llevo muchos años comiéndome un número distinto. Este año han tocado 11. Por mucho que digan, la vida te va a ir igual de….. mal. 

Ha resultado una noche curiosa, los que generalmente huyen de las reuniones familiares, han terminado compartiendo mesa con unos desconocidos que ya no lo son. Lo dicho, a ver si Eulogio Pomares se anima y nos deleita con algún otro vino de la categoría de este “desiguales”.  A todos, desde aquí, un feliz año y a seguir comiendo y bebiendo tanto o un poco más.