14 de agosto de 2017

RESTAURANTE AMAREN (BILBAO): Un templo para "carnívoros".

Después de lo leído y de lo recomendado tenía que pasarme yo por aquí. Ya había estado tomando algo y las pintas,” pintaban” bien.
Así que acompañado por mi retoño allí que dirijo mis pasos. Local agradable con mucho meneo en la barra, con oferta de pintxos más que considerable e incluso ocasión de tomar buenos vinos.

El comedor no demasiado grande pero bien montado. Servicio muy simpático y eficaz. Encima de la mesa, dos botellas, una de tinto y una que en un principio por la forma a mi me parece aceite. Pues vaya sorpresón, es un txakoli. La forma de la botella permite que ésta se apoye sobre sí misma. Un vino elaborado en exclusiva para la cadena del restaurante Amaren. Txakoli Victormontes. Lleva un 50% de Izpiriota Ttippia (Petit Manseng), un 40% de Hondarribi Zuri y un 10% de Hondarribi Zuri Zerrate (Petit Corbu). Usan la moderna técnica de criomaceracion que no es otra que bajar la temperatura de la vendimia recién estrujada. Con ello se consigue aumentar la solubilización de los aromas del mosto. Desde luego que este txakoli nos ha encantado y sobre todo en nariz se muestran aromas más variados.

La carta del Amaren es muy detallada sobre todo en lo que se refiere a sus carnes. Aquí pueden degustar carnes tanto de buey como de vaca y con maduraciones de más o menos tiempo.
El pan es una txapata correcta, sin más. Ültimamente me estoy acostumbrando “mal” en el asunto de los panes y tengo mucho vicio.
Detalle de aperitivo en forma de sushi con pulpo, tomate….. una presentación bonita con resultado agradable que evidentemente a ambos nos recuerda a la morcilla. Muy rico, la verdad.

Al escuchar eso de piparrak fritas pues para que queremos más. Una ración de las del mismo centro de Bilbao. Para no quedarte con las ganas. Tenemos la suerte de que hay alguna que pica, es que de otro modo….. Como decía mi aita una vez que has comido una muy picante ya no hay miedo. Pues lo dicho que nos ponemos las botas. Llevan una decoración que no es otra cosa que tomate y ali-oli.

Pues vamos al asunto que nos ha traído aquí. Tenía ganas yo de probar ese buey pero viniendo con quien vengo tampoco quiero yo que el disfrute no sea el deseado. Así que gracias a la simpática txikita que nos atiende llegamos al punto idóneo y nos ofrece una txuleta de buey de más de 5 años con 60 días de maduración. Nos la presentan e inmediatamente visualizas que no es “normal”. Kilo trescientos y con poquísimo “desperdicio”.

Buey de arrastre. Muy poco hueso y la grasa en su justa medida y aprovechable. Desde luego que no es vaca vieja, el sabor es diferente. Como en todo, los gustos particulares son lo que son. Disfrutamos muchísimo de ella. Está tierna cual solomillo de ternera pero con sabor intenso pero sin dejar de saber a carne. Yo me entiendo. Incluso mi compi, poco amigo de las cosas “sin hacer”, prácticamente no ha utilizado la pequeña parrilla que nos ofrecen para dar nuestro toque personal. ¿Merece la pena? Repito que cada cual tiene sus gustos. No son carnes “baratas” pero en comparación con otros sitios está muy, pero que muy bien de precio.

Acompañan a la txuleta unos riquísimos pimientos rojos asados y unas patatas “de bandera”. Cortadas en gajos gruesos pero perfectamente ejecutadas. En su punto exacto, con sabor a patata y cocinadas por igual. Riquísimas.
Sobra algo de txakoli y estando con quien estoy hay que comer un poco queso. Idiazabal y manchego. Sin sobresalir. Simplemente correctos.


Un cafecito en la terraza exterior y nos llevamos una botella de ese curioso txakoli. 135 euros han tenido la culpa. La txuleta degustada hoy está a 75 euros el kilo y el txakoli a 20 euros. Diferenciemos aquí eso de “costoso” y “caro”, de caro nada, costoso. El que “peces quiere……”. Volveremos.

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