3 de abril de 2017

RESTAURANTE REMENETXE (MUXIKA): Ahora lo tengo claro.... "el clarete" no es rosado.

Desde que conozco el restaurante en más de una ocasión había recibido propuestas de Jon Andoni de acudir a alguna de sus catas. No es sencillo que me cuadren las cosas. Eso de ser “poco amigo” de los vinos tintos me limita mucho la apetencia hacia ese tipo de eventos. 

En esta ocasión la cosa promete. Es una cata de rosados, es viernes y tengo buena compañía.  Además hay un tremendo atractivo a añadir, nuestro anfitrión es el mejor sumiller de Euskadi y en breve bien pudiera serlo del estado.

Una vez acomodados en el estupendo comedor un nutrido grupo de unas cien personas, Jon Andoni nos deleita con sus conocimientos y nos cuenta un poco la historia de la bodega y de sus vinos.  Mucho de lo escrito hoy parte de su boca y no de la mía.


Quisiera aclarar primero un concepto que no tenía yo nada claro: No confundir un vino clarete con un rosado. Resumiendo y sin entrar en grandes análisis, diremos que un clarete sería el resultante de mezclar uvas o mostos blancos y tintos y un rosado resultaría de uvas tintas pero con la retirada prematura de los hollejos.
Así que hoy hemos podido catar 5 rosados de la Bodega Chivite, creada en 1643 por lo que son ya 11 las generaciones que han pasado por su regencia.  Pocas o tal vez ninguna  bodega más disponga de semejante colección de vinos rosados.


Por supuesto que además de beber, hemos podido disfrutar de la estupenda cocina del Remenetxe. Agradecer a Andoni la estupenda elección de mesa que ha hecho para con nosotros. Dos parejas encantadoras que han hecho que la cata, agradable ya de por sí, haya sido mucho más entretenida.
Comenzamos con un vino agradable, de un color suave. Etiqueta atractiva. Elaborado con garnacha y de estilo provenzal. Nariz muy floral y fresca. Ligera su entrada en boda. Un Baluarte 2016. En este caso lo maridamos con una crema de calabaza riquísima.


Continuamos con un clásico de la bodega.  Gran Feudo. (Foto superior). Desde 1975 en el mercado. Elaborado con garnacha, tempranillo y merlot. El típico color de Rioja. Más estructurado que el anterior y con más fruta en nariz. Degustamos en esta ocasión unos espárragos rellenos de marisco. Estupendos.


Pasamos ahora al Fincas de Chivite. Elaborado con garnacha y tempranillo. Preciosa botella. De nuevo un color más suave. Vuelven las flores a la nariz. Muy agradable en boca. Un vino joven. En esta ocasión lo maridamos con un arroz caldoso con almejas. Un plato ya más contundente. Estupendo punto del arroz. Calidad de las almejas.



El cuarto vino es una edición limitada del Gran Feudo. Crianza sobre sus lías. También de las uvas garnacha, tempranillo y merlot. Me ha demostrado que no es tan sencillo distinguir algunos matices. No para narices y paladares inexpertos  como los míos. Al menos no he confundido churras con merinas. Ha sido más bien merinas con merinas pero de distintas calidades. También el plato ha sido de los de categoría. Ya las había probado, la foto es de aquella ocasión. Unas pencas rellenas de verduras.



Llega el quinto y último rosado de la bodega. Hablamos ya de palabras mayores. Con 9 meses de barrica francesa. De uvas garnacha y tempranillo. Un Chivite colección 125. Potente, graso. A mi me ha encantado. Un rodaballo a la marinera ha sido su acompañante. Como no puede ser de otro modo, una estupenda elaboración y una riquísima crema “adornada” con gambas, huevos cocidos, almejas…….



Terminamos el recorrido con un salto a mi favor. Con algo de lo que no me cansaré nunca. Un espumoso. Un champagne Tattinger rosado. Variedades Pinot noir, meunier y chardonnay. Como escribe Jon Andoni: una bomba. Encima lo acompañamos con unas maravillosas fresas con nata. Estamos en temporada. De tamaño y sabor potentes. Esto sería incluso un estupendo desayuno en ciertas condiciones propicias.



Nos lo estamos pasando bien, nos lo estamos pasando muy bien. Ahora llega intentar demostrar, con la copa negra, si somos capaces de reconocer el vino que nos presentan. Pero no podemos probarlo, simplemente olerlo. Ha sido el más elegido por la concurrencia, luego los acertantes han sido muchos. Al menos me queda la satisfacción de que el equívoco haya sido con su hermano menor y no con un “primo”. J Encima nuestro compañero de mesa, Alain, ha dado de lleno y eso que es “novato”. El vino era el Gran Feudo sobre lías.


El precio de la cata-cena han sido 55 euros todo incluído. Me parece genial. Como siempre estupendo servicio, amable y profesional. Pues hemos abierto el camino. Esperemos que haya más ocasiones. Estaremos atentos, Alguna cata de blancos o de espumosos ya pillaremos. Mi hijo ha disfrutado más que yo, así que compañía fija ya tengo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario