Hacer lo que hago me encanta. Comer
estupendamente, beber cosas ricas y después contarlas, a mi peculiar manera,
eso sí. Encima tengo la infinitva suerte de que haya personas a las que les
gusta leerlo. Y para completarlo todo, gracias a esta estupenda afición, hay
días en los que me suceden cosas que me hacen pensar que quizás no sea tan
difícil conseguir la perfección.
Hace un año ya, parece mentira, que
Gure Sukalkintza decidió juntar a 8 blogueros y a dos “suertudos” a una
experiencia que me hizo “bajarme” un poco a lo terrenal y darme cuenta de que
con los ojos cerrados las cosas no son tan evidentes.
Hoy he tenido la oportunidad de vivir
otra maravillosa experiencia, acompañado de algunas caras conocidas y otras
nuevas, de gente joven que vive esta pasión con más intensidad que yo mismo y
nuevamente de otros dos afortunados a los que la suerte les ha traído hasta
aquí.
Conozco el camino, son ya unas
cuantas las visitas que he hecho tanto a la casa que hoy nos recibe como a su
“pariente”, Andra Mari. Siempre he disfrutado y aunque hoy uno va un poco
nervioso por no saber muy bien lo que le espera, al de muy poco me relajo
absolutamente y comienza un disfrute pleno.
Por lo pronto, nada más cruzar la
puerta, nos recibe un pletórico recién “estrellado”, Josemi, del restaurante
Aizian, eso es todo un lujazo. Lleva unos días un tanto ocupado pero feliz. El
reconocimiento a un trabajo bien hecho, una sensación que uno no disfrutará
jamás. Zorionak para él y por supuesto para todo el equipo. Los goles los marca
uno pero el balòn viene desde atrás empujado por todos.
Mientras van llegando los invitados,
podemos disfrutar de un rico txakoli y se nos une Ricardo Asua, propietario del
negocio familiar que será quien nos guíe hasta lo más profundo del precioso
caserío donde se ubica la bodega. Que bien se tiene que estar aquí abajo en
esos días del verano. Allí hay unos cuantos vinos que algunos que conozco les
meterían el sacacorchos encantados de la vida. Hombre campechano y muy agradable. Se notan las tablas.
Pasamos al amplísimo comedor y nos
vamos acomodando en la mesa, hoy al menos, voy a vivirlo con los ojos abiertos,
eso es siempre una ventaja.
La idea es presentarnos algunas de
las novedades de los tres restaurantes y para ello contamos con sus tres
estupendos cocineros: Zuriñe de Andra Mari, Guillermo de Aretxondo y Josemi de
Aizian. Dos estrellas y ojalá que pronto sean tres.
Para acompañar lo sólido, el vino
elegido ha sido el Baigorri, en primer lugar un blanco y después un crianza.
Yo, fiel a mis gustos y gracias a que hay muchos que siguen pensando que el
tinto es más rico (no seré yo quien les saque del error),
puedo disfrutar de toda la cena con el blanco Fermentado en barrica cosecha 2003.
Un
vino de color dorado intenso y cuya nariz nos “canta” que aquí hay madera. Lo
que para algunos será una “putada” para mi es una bendición. Estoy cogiendo un vicio a este tipo de vinos que hace que esos aromas tan afrutados de algunos vinos actuales que imagino estarán ahí por la demanda del mercado se me antojen menos apetecibles.
Me ha encantado y creo que aún puede
guardarse algun año más y nos dará más de una sorpresa agradable.
Comienza el espectáculo donde cada
cocinero nos describe el plato en primer lugar para posteriormente emplatarlo
“in situ”, ayudado, eso sí, por los invitados que se van rotando en semejante
experiencia. Alguno que yo me sé se ha escaqueado, ¿quién habrá sido?. Pero ha
disfrutado igual viendo la pasión desatada.
En primer lugar podemos disfrutar de
la Sopa templada de ostras, algas y huevas de salmón. Mira que yo no soy amigo
de las ostras pero en esta ocasión, su textura es más de mi agrado, estas
llevan un trabajo y se nota al meterlas en boca. El conjunto resulta muy agradable
y sin duda alguna, te hace trasladarte al mar.
Pasamos a la Lasagna de morros de
ternera y sepia con jugo de txipirones y aire de pikillos y pimentón. Nombre
largo para un plato cuya elaboración no lo es menos.
Mucho trabajo, muchas horas para
conseguir el resultado final que es mucho más que satisfactorio. La carne tierna a más no poder. Los
ingredientes presentes pero a mi me ha parecido que el resultado final premia
al principal pues no pierde en modo alguno su presencia tanto en nariz como en
boca. Me gusta la propuesta y los que podáis pensar en que los morros no os
gustan, dazle una oportunidad que seguro que os lleváis una agradable sorpresa.
El siguiente plato es el estofado de
bacalao y cebolla con crema de patata y espuma de huevo.
Trabajo y mucho para preparar los
callos de bacalao que dan la base a este plato cuya presentación es muy bonita
pero que merece la pena “destrozar” para disfrutar de él en su conjunto. Todos
los ingredientes tienen su labor. Una pena que “mi emplatadora” haya sido demasiado
generosa con mi ración de piel de naranja.
De nuevo propuesta que gusta y mucho.
Menudo placer eso de investigar e investigar y que después te salga algo así
para disfrute de innumerables comensales.
El último plato del apartado salado
es la Molleja de ternera, crema de limón y caldo de cerveza negra. Nuevamente
aparece un ingrediente del que no soy demasiado amigo. La cerveza negra. Posteriormente descubro que no es,
precisamente, el protagonista y que no estorba en absoluto, más bien lo contrario.
Recuerdo yo la poca afición mía a
pedir mollejas. Recuerdo esas texturas duras.
Ahora ya le he perdido el “miedo”,
esto está muy elaborado, la metes en boca y parece ternera lechal. No penséis
que la crema de limón os va a marcar en demasía. Nuevamente son aromas y
sabores que están ahí pero que no se empujan unos a otros. Todos ellos
participan en el baile pero sin molestar al resto de bailarines.
Pasamos al primero de los postres.
Sorbete de café con milhojas de Gransmith y crema de gatzatua. Aquí sí que se
le saca jugo a la manzana. Soy cafetero pero curiosamente es un sabor que en el
plato no suele agradarme y hoy, como va sucediendo plato a plato, me demuestran
que una cosa es que las cosas sepan a algo en concreto y otra muy distinta es
que un ingrediente sea un protagonista más.
Un postre muy fresco, de los que
sirven para limpiar de lo salado en espera del segundo. Una pena que en esta
ocasión no se le haya ido la mano al emplatador con la leche condensada. Soy un
tremendo golosón y es uno de mis “placeres prohibidos”.
Y terminamos la estupenda cena con el
pastel de praline de avellana, espuma de whisky y helado de vainilla. Nos
confiesan que el helado viene del maestro de Santutxu. Del restaurante sale la
idea de lo que quieren y él le da forma. He tenido ocasión de probar en varias
ocasiones sus helados y la verdad es que están para quitarse el sombrero. De sabores increíbles.
Yo un amante de los mazapanes y en
este postre lo que más me marca es eso precisamente, el sabor a mazapán. Como
no puede ser de otro modo, el whisky está ahí pero de manera muy sutil.
Estupendo remate para una cojonuda cena.
Unos cafés, las correspondientes
fotos para que quede constancia del asunto, charlas distendidas, buen rollo.
Aquí nos damos cuenta de que somos una pequeña parte de un todo. Cada uno en su
lugar. Yo, como siempre, asumiendo que no tengo ni idea de nada. Que soy lo que
soy, un “cuenta-cuentos” que lo único que pretende es disfrutar y después
plasmarlo para que otros se atrevan a vivir experiencias semejantes. Merece la
pena, la merece mucho.
Eskerrik asko Gure Sukalkintza por
esta nueva oportunidad. Eskerrik asko a los protagonistas, a los restaurantes,
a los cocineros, al personal de sala que en esta ocasión es más que
profesional. Eskerrik asko a los compis de mesa por descubrirme lugares en los
que he disfrutado como un chiquillo.
Zorionak por este nuevo premio
conseguido y no dudo de que con el trabajo conseguiréis seguir aumentando el
palmarés.
Hoy no he tenido que "trabajar", las fotos son "robadas",evidentemente se nota que no son mías. Eskerrik asko Angel, eres un crack.
Podéis
echar un vistazo a los tres restaurantes en www.guresukalkintza.com