3 de noviembre de 2014

RESTAURANTE ZIMA`S (BILBAO): ILUSION, MUCHA ILUSIÓN.

Sigo intentando descubrir todo lo que puedo, sigo indagando en la red y hay veces que eso da sus frutos.  No me resulta fácil encontrar novedades pero evidentemente no hay que perder la esperanza y hoy ha sido “día de cosecha”.


Si pasas por delante, jamás te imaginarías que allí se cocina y que además se cocina bien.  Tanto el nombre del local como el entorno, les venía “impuesto” del anterior negocio. Saben que la imagen no es la que quieren pero poco a poco intentarán cambiarla. Ahora suficiente asunto es salir adelante en estos momentos que no son precisamente, los más fáciles para embarcarse en estas historias.


Esta joven pareja que ha terminado en este mundo de la gastronomía por pura casualidad, se ha animado a embarcarse en una aventura pero no van a lo loco, no.
David ha pasado por alguna cocina, cocinas que conozco. El Kaian en Plentzia, el Zuria en Bilbao. Allí ha ido cogiendo tablas y ahora le toca el turno de ser él quien lleve las riendas.
Quieren trabajar con producto de temporada y de vez en cuando hacen jornadas de menú degustación cerrado, sin trabajar la carta. Hoy era uno de esos días.
El espacio destinado a restaurante es correcto. Mesas de buen tamaño y con espacio suficiente entre ellas.  Incluso las de dos comensales son  suficientemente espaciosas.  No busquemos lujos superfluos pero todo está limpio y bien vestido.


No quiero dejar para más tarde hablar del servicio, que luego nos olvidamos de cosas muy importantes. Simpatía a raudales por parte de todo el equipo. Son muy jóvenes pero con ganas de agradar y lo consiguen y sin gestos artificiales.
 Una cesta de panes variados. El pan es importante, es muy importante y cuando ves que se le da importancia pues ya partimos con puntos positivos.
Comenzamos con un salmorejo con aire de Aove y polvo de aceituna negra. Un plato muy habitual hoy en día pero no por ello deja de sorprenderme. Muy fino, con sabor pero sin excesiva acidez.  Comienzas las buenas sensaciones.


Pasamos a la vieira con crema suave de coliflor y crujiente de pan. Textura perfecta de la vieira y realmente, como el nombre del plato indica, la crema es realmente suave. Con toque de sabor, no con sabores muy marcados que anulan al producto principal. Esa especie de “galleta fina” de pan, que nos cuenta que es pan congelado, cortado muy fino y pasado por el horno, está riquísima.



El pescado es hoy un taco de rape negro con parmentier de ibérico y tomate concassé. Arantza no es amiga de estas texturas en el pescado pero es una enamorada de verduras y cremas “sanas” como dice ella. Le ha gustado mucho la parmentier pero el rape se lo ha zampado sin contemplaciones.  De nuevo un plato acertado y que nos dice que vamos por buen camino.
Con las emociones me he olvidado de la foto del pescado así que pan con pan.



El menú degustación ofrece un pequeño maridaje con vinos pero yo opto por pedir una botella de un blanco que desconozco pero que es lo que mejor me suena de su corta pero original carta. Buenas copas, descorche, dado a catar y como mi compi y yo no “maridamos” demasiado bien con el asunto de la temperatura de consumo de los blancos, pedimos una cubitera y yo procuro llenarme más la copa para evitar “anestesiarlo”.
Concretamente el vino elegido ha sido un Angosto Almendros. Un vino valenciano mezcla al 50% de verdejo y chardonnay y con una crianza de 5 meses en barricas de roble francés.

Me ha sorprendido muy gratamente, un vino que tiene un precio muy arreglado pero que en contra de lo que me esperaba, me ha parecido un vino serio. Esperaba quizás mucha fruta fresca o algún aroma exagerado y no ha sido así. He disfrutado mucho con él,  creo que este vino merece “guarda y custodia” y dejarle algún añito guardado por ahí, quizás nos de alguna sorpresa muy agradable.

Detalle agradable en el menú, un pequeño sorbete de mango al brandy para dejar sitio a la carne. La leche que cosa más rica. Realmente es mango pero esto lleva ingredientes que le hacen ser diferente. Lógicamente fresco pero sabroso, muy sabroso.


Secreto de bellota con cebollitas glaseadas en soja y miel. Crujiente, parece que te comes un torrezno pero a la vez jugoso. Nos ha encantado el sabor de la carne y los toques dulces que le aporta la miel. De nuevo un plato muy bien conseguido. Un plato de categoría.


Para romper con lo salado nos presentan una lima con espuma de mojito. El “recipiente” es la lima en sí y viene rellena de una riquísima espuma que quizás, a nuestro gusto, debería haber estado un poco más fría. Pero para un muy poco amante de mentas y hierbabuenas, nueva sorpresa agradable. Estoy disfrutando con cada plato.

Y llega ahora el remate de la noche, la tostada de pan brioche con helado de queso blanco. Oyessssss, que rico. Dulce, muy dulce.  Tengo mucho “mono” de la leche condensada, el hecho de la tendencia a coger centímetros de cintura me hace cortarme un montón con ella y hoy me he acordado de ella. Es una tostada golosona, muy golosona. Nos ha encantado a los dos, de las de repetir. Quizás el paso por el Zuria, donde su torrija es el postre estrella, haya hecho que David consiga hacernos cerrar los ojos y sentir placer por un momento. Remate de diez.

Con el cafecito y una infusión, salimos a espacio que tienen a la entrada para echar un cigarrito. Yo además, me llevo la copita de blanco que ha sobrado. Alli tenemos una larga y agradable charla con el cocinero y su compi de viaje. Da gusto oirles hablar, da gusto ver esa ilusión en su trabajo. Ella es una “señora matemática” que se ha visto envuelta en un mundo un tanto diferente. Les deseo toda la suerte del mundo, creo que se la merecen. Espero que les vayan descubriendo poco a poco.


Dar un menú de esta calidad y además con vinos por 27 euros no es tarea sencilla. Sigo diciendo que me da tanta pena que la gente prefiera acudir a sitios donde al final terminas gastando prácticamente lo mismo para comer un plato combinado............

Si alguien tiene duda de la localización de este restaurante, decir que está junto a El Eme. Debo ser uno de los pocos “terrícolas” que aún no ha comido uno de sus sandwiches. Conste que no me siento mal por ello, prefiero sentarme sin prisas y disfrutar como lo he hecho hoy.

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