Situado
en la localidad de Noja, en su campo de golf, se encuentra este restaurante. Lo
he visitado ya en alguna ocasión y el recuerdo es grato. Hay que aprovechar los
últimos días del verano para desplazarse antes de que la climatología haga que
viajes así sean más problemáticos.
Llegamos
con tiempo y aprovechaos para tomarnos algo antes de ir a cenar. La localidad
de Noja es puramente turística y multiplica su población varias veces. Así que
siendo sábado y con buen tiempo, está bastante concurrida.
El
restaurante tiene una entrada en cuesta, protegida por varios árboles y una vez
arriba, llegas a una preciosa y “apetecible” terraza.
El
local tiene mucha luz, el blanco destaca. Mesas de muy buen tamaño y con buena
separación entre ellas. Bien vestidas y vajilla y coperío de buena calidad y
agradables.
Venimos
con la idea clara de probar ese menú degustación que ha cambiado
sustancialmente desde mi última visita.
Antes
de nada, sin echar siquiera un vistazo a su carta de vinos, pedimos un cava y
ante su oferta, y como ya los conocemos todos, nos decantamos por un Agusti
Torello que sé perfectamente que nos va a acompañar estupendamente durante toda
la cena. Es un cava con una relación calidad-precio muy buena y que sin ser nada
sobresaliente, tiene un agradable beber.
Dos
estupendos panes que no son excesivamente necesarios para nuestro menú pero uno
no sabe vivir sin pan.
Comenzamos
con el aperitivo, consistente en Sushi de salmón y Dim sum de gambón.
Muy
bonita presentación con una pinzas de madera que hacen más sencillo degustarlo.
Ambos muy ricos y sabrosos.
Cangrejo
real, caviar cítrico y remolacha. Estupenda la carne del cangrejo, ese toque
cítrico le da un plus añadido. La hoja verde, que yo, ignorante de mi, retiro,
tiene un sabor a pura ostra. Al darse cuenta en cocina, vuelven a traernos dos
expresamente para que las probemos. Y realmente sabe a ostra. Sin duda alguna.
Al
comentarle a Angel que yo creía haberlo probado ya, me dice que no, que lo que
yo había probado era otra cosa que viene en el plato siguiente.
Steek
Sambal. Se presenta en una especie de cuenco de cristal transparente,
acompañado de unas hierbas que le dan un toque marino al plato. Una de ellas,
ahora la recuerdo, es la que tiene un sabor a puro… caracolillo? Percebe?. A
mar desde luego que sí. No es precisamente el steek al que estamos
acostumbrados pero resulta muy agradable y me parece una propuesta acertada.
Nos acerca también unas pequeñas tostas de pan por si queremos untarlo. Yo prefiero degustarlo "a pelo".
En el plato aparece una sal especial y una pequeña guindilla que es opcional. Cada
uno ha hecho lo que le ha parecido. Yo la he echado prácticamente toda y me ha
gustado el resultado.
Lecheritas
teriyaki, quesos de las garmillas, brotes verdes y tomate. Podíamos casi
considerar este plato como una estupenda ensalada. Plato fresco, refrescante.
Los tomates muy sabrosos. Quizás el queso tenga demasiado poder. Pero como
siempre hablamos de gustos personales.
Pollo
de bresse, maíz crujiente y aguacate. Para mi y mi compi, el plato menos
sorprendente del menú. A mi, curiosamente, me ha recordado a un puré de
garbanzos que comía siendo niño y que llevaba pollo añadido. Ese recuerdo me ha
hecho disfrutarlo un poco más.
Si
algo me gusta a mi es el atún, creo que cocinado de cualquier manera. Lo he
dicho, lo digo y lo diré. Me encanta. En este caso, nos cambian la merluza del
menú por este plato mucho más arriesgado. No todo el mundo es amigo de las
cosas “sin hacer” pero el resultado me ha encantado. Shabu-shabu de atún rojo.
Lo presentan acompañado de
un caldo donde terminas de “rematar” el atún. El producto es excepcional. Y al
terminar, Angel me ha dicho que me beba el caldo y ciertamente estaba cojonudo.
Unas pinzas permiten comerlo y llevarlo al caldo sin tener que complicarte la
vida. Unas setas le dan "otro" toque diferente.
Mi compi, es de esas personas así que gustosamente termino lo que ella no ha sido capaz.
Rabo
de wagyu, mostaza, pasta wantu, verduritas, esféricos lácteos y curcuma. Este
ha sido sin duda el plato con más sabor de toda la parte salada del menú.
Potente, muy potente. Sabores muy marcados y potente jugo de carne.
Pasamos
al apartado dulce. Sabemos lo que nos espera y yo le comento a la amable
camarera si puede cambiar el orden pero que se lo comente a Javier, que si él
piensa que no, que lo deje tan cual.
Pues
Javier tiene ya su idea y allí que nos aparece un plato que ya he tenido la
suerte de probar y que también ha probado gente que ha ido conmigo al local y
que todos, absolutamente todos, destacan sobremanera. Los Quesos de Cantabria
en texturas.
Una copa de una espuma de queso acompañada de aceite y pan
crujiente. Esto está rico, más que rico, riquísimo. Puro vicio, pura delicia.
Un plato que le comento no se le ocurra quitar jamás de la carta. Desde luego
que forma parte de mis “postres para el recuerdo”.
De
segundo nos “tocaba” algo de chocolate pero han decidido cambiarlo y me alegro.
El menú es consistente. Más tratándose de cenar. Y ahora meternos un postre
demasiado contundente sería ya demasiado. Así que nos sacan Leche de coco,
melocotón y mandarina. De nuevo un plato fresco, muy fresco, ligero y con mucho
sabor. Sobresale la mandarina que además te traen en una jarrita para que
añadas a tu gusto.
Para
acompañar los postres hemos bebido un par de copitas de Sauternes, que por
cierto han tenido el detalle de no cobrarnos. Es un vino que ha maridado
perfectamente con ambos postres pero que parecia hecho para el primero.
Salimos
a esa agradable terraza a tomarnos un par de cortaos que por cierto están de
rechupete y allí nos “cascamos” una larga charla con los protagonistas de la
noche. Con Angel y Javier, con los que hablamos de la situación actual, del
futuro, de ideas y de que quieren ser ellos
mismos, quieren ser El Sambal y tener su propia identidad.
Con
este menú, que me parece una apuesta valiente, un órdago a la grande, creo que
lo van a conseguir.
Al
salir, le comento a mi acompañante que a mi realmente lo que más me marca es la
sensación con la que salgo de un restaurante y hoy, nuevamente, salgo con
alegría y con el pleno convencimiento de que aquí vuelvo. Eso es lo que cuenta.
Hemos
pagado por todo ello 106 euros que me parece una estupenda relación
calidad-precio. Gracias por todo y hasta la próxima.
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