A veces el hecho de tener a tiro
de piedra un local hace que no le prestemos la atención merecida. Siempre
buscamos lejos lo que tenemos cerca.
Este restaurante que también es
hotel, esta ubicado en uno de los 24 pueblos que componen el Ayuntamiento de
Ayala/Aiara.
A media hora de Bilbao y otra
media de Vitoria/Gasteiz, el paraje es tranquilo, verde, silencioso. La antigua
casona donde se ubica es muy bonita y muy cerca se sitúa el conjunto monumental
más importante de la época medieval en la provincia de Alava, declarado bien
cultural por el Gobierno Vasco. No puedo por menos de colgar dos fotografías puesto que la de época invernal me ha parecido simplemente preciosa.
Desde aquí podemos acceder a
museos, queserías, bodegas de txakoli….. y muy cerca podemos disfrutar de uno
de los paisajes más bonitos de la zona, justo situado bajo Sierra Salvada. La fotografía que encabeza este comentario nos demuestra toda su hermosura.
Pequeña barra de bar en la
entrada, una preciosa terraza donde con buena climatología, como es el caso de
hoy, se puede tomar un txakoli antes de entrar a cenar y tomarte un cafecito
después. Puede ser que incluso tengas la
suerte de ver pasar unas cuantas “rubias”
por delante.
El comedor es amplio, las mesas de
buen tamaño y bien vestidas. Servicio muy atento en todo momento.
En la
pared, justo encima de nuestra mesa, un
cuadro me recuerda a un amigo, un catalan que sabe que uno de Portu nace y vive
donde quiere. Una abrazo Jero.
Hoy había muchas mesas ocupadas
pero al comentarlo con el camarero, nos comenta que a excepción de nosotros,
todos los demás con clientes del hotel. Por algo veía yo pasar los mismos
platos para el resto de comensales.
Pues como siempre, sigo sin
entender que un lugar como este, un sábado a la noche, en una noche preciosa,
siga sin atraer a nadie. Más que preocupante empieza a ser esto. ¿No termináis
de daros cuenta de que el dinero no se puede comer?
Tras echar un vistazo a la carta
de vinos, nos decantamos por un Albariño, le comento que si tiene alguno de
alguna añada más “vieja” y nos saca una de Leira 2011. Muy frutal todavía.
Manzana, fruta madura, melocotón tal vez?
Buena entrada, buena acidez,
estupendo postgusto. Además a esto se añade un precio muy comedido. Copas
correctas, servicio de presentación, apertura. La cubitera no es necesaria, su
temperatura es más que suficiente.
Dos txapatas correctas de pan,
cobrado a 1,20 más iva. Es un tema que llevo muy mal pero es lo que hay. Nadie
me pregunta si quiero pan o no, me lo ponen allí y luego me lo encuentro en la
cuenta. Sin más, no es algo grave.
Dos croquetas riquísimas que han
volado, tanto que ni tiempo he tenido para sacarles foto han sido los aperitivos ofrecidos para abrir estupendamente los sentidos.
Para compartir, una ensalada de
bacalao, piperrada y pil-pil
Bonita presentación, buen tamaño,
buen producto. Pequeño problema con la sal, no sé si en estos tiempos que
corren la salud premia sobre el gusto pero ha salido sosa. He pedido un poco de
sal, además de la “gorda” y solucionado el asunto.
Ricos los pimientos, rica la
patata, buenos trozos de láminas de bacalao. Buen comienzo de cena.
De segundos, dados de bacalao a la
plancha con tres salsas diferentes, lo que sería una pequeña degustación de
tres preparaciones distintas, las típicas.
Volvemos a tener el problema de la
sal, en este caso el plato es para mi acompañante y al parecer la costumbre de
comer sin sal hace que no le resulte un problema. Yo no puedo pasar de semejante
ingrediente que hace subir mucho la nota de cualquier plato.
Es un tema discutible hoy en día. Quizás deberemos comenzar a prepararlo de dos modos, para "sanos" y para los de siempre, los que gustamos de sabores por encima de detalles "médicos".
Además hablamos de un plato que en nuestra mente es de gusto salado por naturaleza.
Yo he visto en la carta un plato
que es una de mis pasiones, así que ni me lo pienso dos veces.
Manitas de cerdo caramelizadas.
Bien presentadas, buena ración,
deshuesadas y albardadas. La salsa que las acompaña no he terminado de saber
muy bien de que era. He echado de menos una bizkaina, es una salsa que me
apasiona y que creo que es la compañera de viaje ideal para este plato en
concreto. Estaban ricas.
Las acompañaban también unos pequeños dados de reducción al Pedro Ximénez. Yo el PX en copa y para acompañar al postre, en ese momento sí que me "emociona".
De postre, para compartir puesto
que es una ración más que generosa, un hojaldre de manzana recién horneado.
Este ha sido el plato de la cena. Muy rico, muy suave, templado de temperatura.
A fin de cuentas es una pequeña tarta de manzana que estaba de rechupete.
Como apetece ya echar un cigarrito,
los cafés los tomamos en la sala de recepción del hotel. Bonitos sofás. Hay una
sala que une el restaurante y el hotel, llamada la sala azul por el color de
sus asientos pero hoy la temperatura no es la más adecuada para semejante
ubicación, así que uno que se las pira a echar el humo a la calle.
Una infusión, un cortao
bien preparado y una copita de PX 1927 dan por finalizada la velada. Abonados un total de 90 euros por todo ello,
me parece una correcta relación calidad-precio. Desde luego que el punto fuerte
de este restaurante es, sin duda alguna, su incomparable entorno.
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