7 de abril de 2014

RESTAURANTE LOS ARCOS DE QUEJANA: EN UN PRIVILEGIADO ENTORNO.

A veces el hecho de tener a tiro de piedra un local hace que no le prestemos la atención merecida. Siempre buscamos lejos lo que tenemos cerca.


Este restaurante que también es hotel, esta ubicado en uno de los 24 pueblos que componen el Ayuntamiento de Ayala/Aiara.


A media hora de Bilbao y otra media de Vitoria/Gasteiz, el paraje es tranquilo, verde, silencioso. La antigua casona donde se ubica es muy bonita y muy cerca se sitúa el conjunto monumental más importante de la época medieval en la provincia de Alava, declarado bien cultural por  el Gobierno Vasco. No puedo por menos de colgar dos fotografías puesto que la de época invernal me ha parecido simplemente preciosa.



Desde aquí podemos acceder a museos, queserías, bodegas de txakoli….. y muy cerca podemos disfrutar de uno de los paisajes más bonitos de la zona, justo situado bajo Sierra Salvada. La fotografía que encabeza este comentario nos demuestra toda su hermosura.


Pequeña barra de bar en la entrada, una preciosa terraza donde con buena climatología, como es el caso de hoy, se puede tomar un txakoli antes de entrar a cenar y tomarte un cafecito después.  Puede ser que incluso tengas la suerte de ver pasar unas cuantas “rubias”  por delante. 



El comedor es amplio, las mesas de buen tamaño y bien vestidas. Servicio muy atento en todo momento.


En la pared,  justo encima de nuestra mesa, un cuadro me recuerda a un amigo, un catalan que sabe que uno de Portu nace y vive donde quiere. Una abrazo Jero.

Hoy había muchas mesas ocupadas pero al comentarlo con el camarero, nos comenta que a excepción de nosotros, todos los demás con clientes del hotel. Por algo veía yo pasar los mismos platos para el resto de comensales.
Pues como siempre, sigo sin entender que un lugar como este, un sábado a la noche, en una noche preciosa, siga sin atraer a nadie. Más que preocupante empieza a ser esto. ¿No termináis de daros cuenta de que el dinero no se puede comer?

Tras echar un vistazo a la carta de vinos, nos decantamos por un Albariño, le comento que si tiene alguno de alguna añada más “vieja” y nos saca una de Leira 2011. Muy frutal todavía. Manzana, fruta madura, melocotón tal vez?
Buena entrada, buena acidez, estupendo postgusto. Además a esto se añade un precio muy comedido. Copas correctas, servicio de presentación, apertura. La cubitera no es necesaria, su temperatura es más que suficiente.


Dos txapatas correctas de pan, cobrado a 1,20 más iva. Es un tema que llevo muy mal pero es lo que hay. Nadie me pregunta si quiero pan o no, me lo ponen allí y luego me lo encuentro en la cuenta. Sin más, no es algo grave.
Dos croquetas riquísimas que han volado, tanto que ni tiempo he tenido para sacarles foto han sido los aperitivos ofrecidos para abrir estupendamente los sentidos.

Para compartir, una ensalada de bacalao, piperrada y pil-pil


Bonita presentación, buen tamaño, buen producto. Pequeño problema con la sal, no sé si en estos tiempos que corren la salud premia sobre el gusto pero ha salido sosa. He pedido un poco de sal, además de la “gorda” y solucionado el asunto.


Ricos los pimientos, rica la patata, buenos trozos de láminas de bacalao. Buen comienzo de cena.

De segundos, dados de bacalao a la plancha con tres salsas diferentes, lo que sería una pequeña degustación de tres preparaciones distintas, las típicas. 

Volvemos a tener el problema de la sal, en este caso el plato es para mi acompañante y al parecer la costumbre de comer sin sal hace que no le resulte un problema. Yo no puedo pasar de semejante ingrediente que hace subir mucho la nota de cualquier plato.
Es un tema discutible hoy en día. Quizás deberemos comenzar a prepararlo de dos modos, para "sanos" y para los de siempre, los que gustamos de sabores por encima de detalles "médicos".

Además hablamos de un plato que en nuestra mente es de gusto salado por naturaleza.

Yo he visto en la carta un plato que es una de mis pasiones, así que ni me lo pienso dos veces.

Manitas de cerdo caramelizadas.


Bien presentadas, buena ración, deshuesadas y albardadas. La salsa que las acompaña no he terminado de saber muy bien de que era. He echado de menos una bizkaina, es una salsa que me apasiona y que creo que es la compañera de viaje ideal para este plato en concreto. Estaban ricas.
Las acompañaban también unos pequeños dados de reducción al Pedro Ximénez. Yo el PX en copa y para acompañar al postre, en ese momento sí que me "emociona".




De postre, para compartir puesto que es una ración más que generosa, un hojaldre de manzana recién horneado. Este ha sido el plato de la cena. Muy rico, muy suave, templado de temperatura. A fin de cuentas es una pequeña tarta de manzana que estaba de rechupete.

Como apetece ya echar un cigarrito, los cafés los tomamos en la sala de recepción del hotel. Bonitos sofás. Hay una sala que une el restaurante y el hotel, llamada la sala azul por el color de sus asientos pero hoy la temperatura no es la más adecuada para semejante ubicación, así que uno que se las pira a echar el humo a la calle.
Una infusión, un cortao bien preparado y una copita de PX 1927 dan por finalizada la velada.  Abonados un total de 90 euros por todo ello, me parece una correcta relación calidad-precio. Desde luego que el punto fuerte de este restaurante es, sin duda alguna, su incomparable entorno.

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