22 de marzo de 2014

CASA RUFO: En "3" palabras: PRO....DUC.....TO.

Años llevaba yo con la intención de visitar este restaurante. Uno no sabe muy bien el porqué pero entre pitos y flautas me ha costado. Al final, como no podía ser de otra manera, ha "caído".
Local curioso, no deja de ser también una tienda de producto puro y duro, de producto de calidad.
Me gusta, es como entrar en otro mundo.


Empezamos con una "pequeña pega", la mesa. Demasiado pequeña. Sabemos que eso de llamar a última hora no es lo mejor que puede uno hacer pero esa mesa........ diez centímetros más de diámetro y todo solucionado. Además las sillas, sólo las de la mesa, son de las típicas de cervecera. El dueño, al de poco, se ha dado cuenta y las ha cambiado. Mejor así.

El local es precioso, rodeado de tienda, se ven los foies, las txuletas, tarros de ahumados, de verduras, vinos correctamente colocados en baldas para ese menester...... las mesas bien vestidas.



Por las reseñas de Verema, por los comentarios vertidos, sabemos que aquí se viene a comer buen producto y a por ello que nos vamos.

Pequeño vistazo a la carta y más largo a la de vinos. Una pequeña "biblia" que uno no tiene que estudiar demasiado, yo he venido a beberme un albariño. Cosas de un tipo "raro" como yo que sabiendo que se va a meter una buena txuleta entre pecho y espalda, no elige un tinto. Allá cada cual con sus gustos, que los míos son, afotunadamente, sólo míos.

Aunque hubiese preferido algún vino más "adulto", me decanto por un joven con mucha fruta en nariz, con otra tanta en boca. Un Terras Gauda 2013. No hay más, así que..... contigo......

Lo dicho, facilísimo de beber. Temperatura ideal y además sin hielos, en cubitera de guardar temperatura, no de enfriar.

Parece una "frutería", manzanas, peras.... flores......

Se deja beber con una sencillez encantadora y además tiene un deje que invita a continuar.

Un vino que por 15 euros me parece de una relación calidad-precio estupenda.

Comenzamos con unas antxoas en aceite. Simplemente "María". Poco o mucho, no sé si decir una cosa o la otra. Tremendas. Suavidad por doquier, sabor. Punto de sal de sobresaliente. Ni un sólo "pelo". Finas.
Sabrosas. De sobresaliente alto, de matrícula de honor. Tremendas.



16 euros han tenido la culpa. ¿caro? Ni por el forro. Esto no lo encuentras en cualquier sitio. Esto es placer por placer. El aceite hasta te hace "toser". Potente. Untas pan y vuelves a untar. Me quito la txapela.




Continuamos con algo "sencillo". Un producto de base que bien trabajado, como es el caso, merece un punto y aparte. Unos puerros a la vinagreta. Se deshacen en boca. Sin hebras. Sublimes de sabor, de textura. Esto es lo que es. Buen producto, excelentemente trabajado.

El plato fuerte de la noche, una txuleta acompañada de unas estupendas patatas fritas en ración muy generososa. La carne, presentada en piedra caliente. De calidad sobresaliente. De sabor notable alto. La grasa está tan suave y fina que no sobra ni un dedal. De nuevo excelencia en la calidad, en el trabajo, en el detalle. Una señora txuleta.

Vuelvo a decir que las patatas que la acompañan son de casa, ricas, nada aceitosas, sin tostar pero sin quedarse justitas de fritura. Muy buenas.

Otro pequeño fallo a mi parecer ha sido el pan. Con estos producto de semejante calidad, no entiendo demasiado bien que no se le de la importancia que debería tener a un producto tan importante en una buena comida.

De postre, por referencias leídas, me decanto por algo que no aparece en carta pero que sé de su existencia. Unos canutillos de membrillo que vienen acompañados de dos cigarritos de Tolosa.
De nuevo otro plato a destacar. Sabrosos, dulces pero sin empalagar.


Un par de ricos cortaos, de los buenos, de los de poca leche y buen café y cobrados a un precio muy correcto.

Sabia yo que algo tenían que ver estos con mi pueblo. Al salir lo comento y efectivamente el dueño está casado con una de allí. Un añadido más al buen disfrute.

El total de la factura, todo incluido han sido de 100 euros para dos. Me parece, visto lo visto y comido lo comido una muy buena relación entre lo uno y lo otro.

Creo que es un sitio que merece la pena. Volveré, sin duda, tengo que probar ese salmón, ese bakalao ahumado. Tienen muy buena pinta.


11 de marzo de 2014

RESTAURANTE PORRUE: Las Brasas del Invierno-Neguko Txingarrak

Echando una visita por los restaurantes visitados,  me doy cuenta de que tengo un poco olvidado a uno en concreto y además uno en el que el disfrute fue completo.
Es un local muy agradable, con una luz suave, que el único problema que me genera es que las fotos pueden “complicarse”.


Me encanta la decoración, con productos naturales y además se ve que le dan una importancia primordial al queso y al pan, dos de mis alimentos preferidos.

Buenas mesas y muy bien vestidas, más que correcta la separación entre ellas con lo que no te sientes para nada agobiado por la presencia de otros comensales. Muy buen tamaño y cómodas sillas, que uno va a pasar un buen rato allí sentado.

Tienen una bodega vista con un buen número de referencias de todo tipo de vinos. Y así mismo allí puedes ver quesos, jamones y demás apetecibles y sugerentes viandas.

El menú degustación que ofrecen, siempre suele estar marcado por la estación del año en la que estamos, así que ahora toca un menú con un nombre sugerente y que además resulta atractivo por su contenido.
Neguko Txingarrak – Las Brasas del Invierno.

Allí aparece Unai, el director del asunto, con las cartas de vinos y las del comer pero yo he ido a por algo en concreto y tras consultar sobre posibles alergias o problemas con alguno de los alimentos y ver que no los hay, a por él que nos vamos.

Igual os saco un txakoli mientras esperáis…… Pues oyes, que por nosotros no sea. No vamos a poner pegas a semejante ofrecimiento.

En cuanto veo la botella y sin dudarlo, me digo a mi mismo que hoy no tengo que elegir vino, me quedo con el que nos ofrece, un  “viejo conocido” que me agrada mucho y que se que va a acompañarnos perfectamente durante todo el recorrido: Itsasmendi 7. Del que no voy a decir nada en especial pues no quiero repetirme en exceso. Un señor txakoli, un señor vino.

Allí que aparece la camarera con tres tipos de pan diferentes así que por un lado elegimos uno artesano y por el otro, no puede remediarlo y no quiero remediarlo, mi favorito, el pan de maíz. Siempre he dicho que este pan me parece un bizcocho rico.

Un pan de aceites para ir haciendo boca y en breve comienza el espectáculo.

Capuccino de setas y amaretto. Presentado cual si del café se tratase. Tengo reciente la visita al Laua donde nos aparecieron con un plato similar de presencia.
En este caso, acompañado de una pequeña galleta con ligero sabor a hongos y la bolsita de “plástico comestible” con sabor a jamón. Recuerdo la primera vez, en Mugaritz, un tanto reacio a meter un “plástico” en la boca y menos aún a tragármelo. Pero merece la pena. Curioso.


El sabor del capuccino logradísimo. Igual es cuestión de que los bares se animen y ofrezcan “cafés” con sabores para horas diferentes, una opción interesante para los amantes como yo de la cafeína y que si nos pasamos con ella luego tenemos “problemas” para conseguir que las manos se queden quietas.
Tartar de Gamba blanca y Granny Smith. Presentado en un recipiente que ya va siendo bastante familiar para mi y que con el “truco” del almendruco, se convierte en una pequeña Alaska nublada. Acompañan a la gamba unos trozos de la manzana que la verdad es que sí casan para ser dos sabores tan diferentes.


Buen producto y bien conseguido. No es un plato que me enamore demasiado, pero es mi problema, creo que aunque está rico de narices, no termino yo de encontrarle la gracia a mayores pues pienso en las gambas en sí y me parece que en esta presentación tan natural, pierde bastante sabor. Una idea, señores cocineros: y qué tal un tartar de gamba blanca a la plancha? Que no se me ofenda nadie, es una idea.
Vieira con noodles y coliflor. Resaltar la calidad del molusco, de buen tamaño y con esa carne tersa y sabrosa. La compañía es muy agradable, la pasta y el caldo de coliflor que para los no demasiado amantes de su sabor, les informo que no se arrepentirán pues es ligero a más no poder. Otro plato bien logrado y de notable.


Tenemos a nuestro lado el menú escrito y toca ahora una cosa pero allí que nos aparece Unai con uno de sus platos favoritos y nos dice que tenemos que probarlo.
Unas kokotxas con un ligero toque de brasa, “vuelta y vuelta”. Con polvo de txipirón y acompañadas por un tubo tipo dentífrico con una salsa con un toque de mostaza pero que yo dejo para saborearla al final, sin mezclarla.


Las kokotxas están para chuparse los dedos y para pedir una ración entera. Comentamos ahora que hay mucha gente que realmente desconoce su sabor pues al degustarlas en salsas varias,, pierdes la esencia de un producto tan exquisito. Pues sin más, acojo-nantes.
El Huevo y la Trufa. Plato muy común ya en muchos restaurantes pero un plato que sigue impresionando. Acompañado de un caldo de ave que inunda mis papilas olfativas. Aunque siempre da un poco de pena romper estas preparaciones, es la mejor manera de degustarlas. Unos trozos de trufa van a darle ese toque potente al plato. Volvemos a lo mismo, producto de excelente calidad, mucho sabor. Estupendo.


Rape asado en su jugo con Curry de Madrás. Bonita presentación de este pescado cuya textura me parece genial. Buen punto del mismo, acompañado de unas patatas panaderas y con la salsa de Curry pero ligera, con un toque picante pero que no molesta en absoluto, todo lo contrario.


Durante toda la cena, el simpatiquísimo camarero que nos ha atendido, ha preguntado en todos y cada uno de los platos por nuestro nivel de satisfacción. Aunque era evidente al ver los platos, que no es que nos hubiese gustado sino que nos había encantado, mi “vacile” natural le iba diciendo que la cosa no iba del todo bien, que esperábamos que con el siguiente plato nos sorprendiesen algo. No creo que en cocina hayan tenido ninguna duda del nivel de contento de nuestros paladares.
Pues le toca el turno ahora al que para mi ha sido el plato de la noche, curiosamente, donde menos me esperaba tanta sorpresa.
Carrillera Ibérica de bellota con gnoquis de Carranzana Caranegra.


Tal vez sea la mejor carrilera que he comido nunca y las he comido bien ricas. Perfecta la textura, inmenso sabor a carne que el jugo propio eleva a lo sublime. Las dos bolitas de queso de Carranza le dan un toque de color al plato y a la vez un toque distinto de sabor. Pero repito que ha sido un plato de ejecución perfecta, un plato de diez, sin duda.
Toca ahora ya pasarnos al apartado dulce. Y allí que nos viene el joven camarero con un montón de instrumentos para sorprendernos con la ejecución del primero de los postres en vivo y en directo.
Nitromus de nuestros limones de Bakio, regaliz y apio.
“fritura” en frío, en frío helador de dos bolas de masa con un inmenso sabor a limón. El trabajarlas con nitrógeno hace que por fuera se queden duras y por dentro más ligeras. El caldo que riega el plato, con un sabor a regaliz pero curiosamente a uno que no le gusta…..ba, se hace tan suave el sabor que ni piensa en lo que realmente está comiendo. 


Un plato perfecto pues no se hace para nada pesado. El menú en general es muy consistente y necesita uno ya un pequeño “descanso”. Me parece muy bien la idea, sensación liviana y muy fresca.

En carta se termina con un plato denominado Pan con queso. Estando en un local que le da semejante importancia a dicho producto, me espero yo, sin más, un plato de algún buen queso de Idiazabal, pero mi sorpresa es mayúscula. Allí que me aparece con una copa de cristal. Al verla, me viene a la mente un postre similar degustado en el restaurante Sambal de Noja. Una crema de queso con aceite de oliva y un pan tostado dulce. Al comentarlo con Unai, el más sorprendido es él. Curiosamente, dos cocineros alejados y que no se conocen, han tenido prácticamente la misma idea. Con algún cambio al tratar el plato pero que han conseguido que algo tan “sencillo”, se convierta en un postre de quitarse sombreros, txapelas y gorros. Rico no, riquísimo tampoco, lo siguiente.

En este punto, el txakoli que tan bien nos ha acompañado durante la cena, no es el mejor aliado para estos sabores así que le comento que algún vinito dulce ya tendrá por ahí. Pues para no “engañar” demasiado al 7, una copita de su hermano dulce, el Itsasmendi vendimia tardía y otra de uno de los vinos que más satisfacciones me da y al que ya he echado todos los piropos habidos y por haber, PX Spinola. A sus pies me inclino.

 Como al parecer nos han visto cara de hambre, para acompañar los cafés, muy ricos por cierto, nos traen un tercer postre, con una presencia muy original y apetecible.

Bizcocho con frutas del bosque, fresón y cucurucho de helado de membrillo.

Fotografía grande colocada en la portada de este comentario.
A cada cual más rico, las fresas con mucho sabor pero el helado de membrillo está que te pasas de rico. Esto es gula, pura gula. Aunque ha sido un menú potente en cuanto a sabores y cantidades, sale uno por la puerta sin esa sensación desagradable de hartazgo.                                                      
Nos despedimos del equipo con el que hemos tenido una armonía perfecta con la seguridad de que hay que volver a visitarles, imagino que habrá un menú con sabores a primavera. Un verdadero placer.
El precio de este menú degustación es de 55 euros a los que hay que añadir el IVA y las bebidas que se consuman.
Desde luego que teniendo en cuenta la cantidad y la calidad de todo lo degustado, pienso que es un menú con una relación calidad-precio muy equilibrada.




2 de marzo de 2014

ZARATE: "ARMONIZANDO" cervezas y manjares.

Está bien que se acuerden de uno y más si es para algo tan satisfactorio.

Llamada del Restaurante Zarate, invitación a una cata de cervezas “armonizada”.


Coincido con un amigo “enamorado” como yo del mundo del líquido y del sólido, enamorado de probar cosas nuevas, enamorado de este mundo de la gastronomía que tantos y tantos placeres nos da.
Conocemos muy bien el local, hemos disfrutado mucho en él. He dicho y repetido muchas veces que me parece a día de hoy, sin dudarlo, uno de los mejores restaurantes de Bilbao. Apuesta segura, recomendable al cien por cien.


Pues allí nos encontramos un montón de “enchufados” o “suertudos”  para disfrutar de una estupenda charla por parte de Carlos Cervantes, maestro cervecero de Damm. Persona que nos ha demostrado que sabe mucho del líquido elemento que hoy estamos llamados a catar y que además sabe muy bien como contarlo, como hacerse oir sin aburrir.
Hay algo que me ha gustado mucho de su diserción, él no quiere utilizar la palabra maridaje, le gusta decir que hemos venido a armonizar la cerveza con la comida.
Allí está Sergio Ortiz de Zarate, cocinero de este local y que hoy también disfruta de nuestra cata. Y al tanto de que todo marche como debe se encuentra Roberto Garcia, el jefe de sala y somelier.

Comenzamos con la Inedit, una cerveza pensada para beber en las comidas, presentada en botella grande.  Cerveza ligeramente turbia con buena nariz con recuerdos cítricos, notas a caramelo.

 Resulta muy fácil de beber pero siempre que este bien fría. Se nota mucho el carbónico. Para mi tiene un “problema” y es que se bebe excesivamente fácil.

La pretensión de esta cerveza es la de ser una alternativa al vino en una buena mesa. Son dos cosas tan distintas........
El maestro cervecero comentaba que la cerveza cumple más la misión de limpiar la boca, el vino "interactúa" de otra manera con la comida.

Las comparaciones son complicadas, cada cosa es lo que es.


Para comprobar que acompaña bien la comida, hemos disfrutado de unos platos de jamón que estaban para quitar el hipo. Ya sabíamos que aquí tienen un jamón estupendo. Prácticamente está tan rica la parte grasa como la carne en sí. Cojonudo.


Continuamos con una Weiss Damm de trigo.

Me aprovecho aquí de los conocimientos de una amiga que sabe muchísimo más que yo de cervezas para que sea ella la que nos cuente exactamente lo que nos da de sí.

 De color marrón clarito hacia anaranjado y turbia, casi opaca. La espuma es blanca, de aspecto algo cremoso y en cantidad estándar que no desaparece del todo.

En nariz cobra protagonismo el trigo con ese fondo ácido tan característico. También aparece algo de fruto seco, tal vez nuez y poco más. Quizás algo pobre en su fase olfativa.

En boca agradable inicio equilibrado entre ácidos y amargos, estos últimos más ligeros. Pretende ser amplia pero le falta un puntito. Al final del trago aparecen notas dulces de fruta madura, plátano o melón.

Gracias Ada, ahora sí sabemos algo más de esta cerveza.


En esta ocasión son unas estupendas tostas de queso azul con membrillo las que nos vuelven a indicar que estamos donde estamos, que no hemos venido tan sólo a beber, que vamos a disfrutar, casi sin quererlo de una cena en toda regla.


Aquí se nos presenta una “vasca”, la Keler 18.

Nacida en Donostia. Muy fresca, yo por ser como soy, quizás sea con la que más he disfrutado, mucho carbónico presente.


Sobre unos panes tostados aparecen ahora unas cojonudas antxoas en salazón con un ligero toque picante que están para comerse todo el plato. Afortunadamente no han sido precisamente “tacaños” y hemos podido repetir. Algunos de buen saque, entre los que lógicamente me incluyo, hemos “triplicado”. El vicio es el vicio.

Viene ahora la que me ha parecido, sin duda alguna, la cerveza más “seria” de todas, una Voll Damm doble malta. Tiene más de 7 grados y pienso que hay que beberla más pausadamente.

De un color dorado intenso, premiada como la mejor cerveza del mundo tipo lager.

Tiene un sabor más amargo que las anteriores y noto aquí un pequeño toque de regaliz, más característico de las negras.

Hablando de “seriedad”, alli que aparece uno de mis platos estrella. Ni más ni menos que tataki de atún. Me pierde, me pierdo yo con este plato. Y no soy el único.

Rico no, algo más que eso. Y como ya he dicho, en cantidad generosa y encima tenemos la suerte de que hay gente muy “educada” que se controla a la hora de comer con lo que algunos hemos dado cuenta de todos y cada uno de las raciones que por allí revoloteaban. Aquí la armonía entre plato, bebida y comensal ha sido perfecta.


Y llegamos a la parte final de esta cata con la negra de Damm, la que han decidido que casaría mejor con el postre, concretamente con un cremoso de chocolate que como no puede ser de otra manera, estaba exquisito. Dulce pero sin empalagar.

La cerveza no me ha dicho gran cosa. Nunca he podido con las cervezas negras, sobre todo porque no soy precisamente un amante del regaliz intenso, pero esta es muy suave, no tiene ni una nariz ni una boca demasiado intensa.


No amarga e incluso diría yo que tiene un final moderadamente dulce.

Pues tras una charla con los protagonistas, nos vamos con la sensación de haber disfrutado mucho, de haber aprendido un poquito más y desde luego que nos vamos cenados y contentos, sabiendo que volveremos a beber alguna de esas cervezas y sobre todo sabiendo que volveremos a disfrutar de este restaurante.

Gracias por todo, eskerrik asko y esperamos que nuestra suerte de hoy no haya sido mera casualidad, esperemos que volvamos a ser agraciados en otro “sorteo”, seguiremos “comprando” boletos para que así sea.