28 de diciembre de 2014

TXOCOOK. KURDING CLUB. BILBAO:

Imagino que muchos pensarán que una noche como la de hoy es la ideal para quedarse en casa. Llueve, pero llueve con ganas. No soy precisamente una persona “cobarde” para estar historias. Del mismo Bilbao no soy, la envidia que me da eso. Pero cuanto más vengo, más me gusta. Me tiene enamorado.
Hace una semana que pasé por allí a “investigar”. Situado en la plaza Pío Baroja, de cara a la Ría, se encuentra este nuevo proyecto cuya “alma” gastronómica no es otra que la de Aitor Elizegi. Los días de este hombre son de 24 horas? A mi me da que son más largos.
Soy fan incondicional de otro de sus proyectos, Bascook, por donde he pasado muchas veces y por donde seguiré pasando puesto que simple y llanamente, me encanta. Además allí está “mi mesa” y le soy fiel.



Este nuevo espacio recuerda mucho a Bascook. Piedra, ladrillo, madera, hierro…….. cierta claridad en su oscuridad…..
Una de las cosas que me gustan nada más entrar es la decoración, Amaia coincide conmigo. Es simple, sin “tonterías”, pero como me gusta a mi: un tanto “anarkika”, quiero decir que no es “uniformada”.
El local dispone de una barra al uso, donde podéis degustar sus estupendos pintxos y tomaros un buen vino o lo que sea menester y de espacios diferenciados con unas mesas grosor XL. Siempre he sido un enamorado de la madera y mucho más aún si es de buen grosor y desde luego que estas mesas lo son. Son cómodas, huelen aún a “fresco”. Paredes con claridad, espejos, cada uno de “su madre”.



El servicio es joven, alguno de ellos, curiosamente, “viejo” conocido. Profesional. Con muchas ganas de agradar, de hacer bien su trabajo.
Por allí anda Aitor, persona que gusta de atender a su clientela. De ser próximo, puedes preguntar que siempre tendrá la respuesta. Además sabe, perfectamente, ser cercano sin “molestar”. Eso se agradece.



La carta, como no podía ser de otro modo, es “curiosa”. En negrita los platos del día. Mi compi de hoy no es “la mejor comedora del mundo”.  Prefiero que sea ella la que decida lo que vamos a cenar.

Así que tras un pequeño vistazo y un par de preguntas, nos decidimos por:

Ensalada mixta. Yo sabía que no iba a ser una ensalada al uso. Bonita presentación. Los ingredientes son lo que son. Canónigos, aceituna, patata pero presentada aplastada, láminas de bacalao, tomate, huevo cocido, antoxas,  miga de pan con pasas…… realmente está cojonuda. Original y sabrosa.



Croquetas. Unas bolitas de tamaño bocado. Riquísima la masa y bien lograda la cobertura. Descansan sobre una especie de puré de patata que nos hace pasar un rato intentando descubrir a que nos sabe. Como siempre, curioso cuando desconoces algo, cada uno comienza a decir su opinión. Que si pimiento txoricero, que si algo vegetal, que si tal, que si cual….. al final no nos queda otra que preguntar y ese sabor peculiar no es otro que el del mojo. Algún recuerdo me viene de las “papas arrugadas” canarias.



Llega ahora el turno a las rabas de jibión. Con unos aritos de cebolla rebozados por encima y unas rabas estupendas. Buen producto. Con la textura característica. Esto no es un puré pero esto no hay que pelearlo. Se dejan comer bien gustosas. Rebozado a mi gusto, crujiente. Están muy ricas. Una ración de estas con un buen vino, con un bonito día, en su terraza, junto a nuestra Ría…… pienso disfrutar de ese momento que ahora sueño.



Como nuestra capacidad estomacal no es precisamente la misma, me pido yo ahora una media ración de morros y callos a la que ya le había echado el ojo y sobre todo la mente. Este plato es, sin duda alguna, uno de mis favoritos. En su salsa bizkaina. No tiene misterios ocultos. Buen producto, bien trabajado y un buen pan para limpiar el recipiente. Rico-rico. Lleva un huevo poché de compañia. Acertado.



Dejo de nuevo que mi compi decida la parte dulce de la cena y cuando pienso que se va a decantar por ese “txokolate a tope” que despierta mi gula, me sorprende con su elección: peras al tempranillo.



Lógicamente ella ha pensado en las típicas peras al vino pero lo que nos aparece en el plato es algo muy distinto. Si te lo ponen delante y te preguntan lo que es, nunca acertarías. Una manera muy distinta de ver este plato pero que en mi opinión, lo supera con creces.
Fresco y goloso a la vez. El helado está simple y llanamente espectacular. Dejo que Amaia lo disfrute, me gusta verla comer y más cuando la veo disfrutar. Tiene que reponer fuerzas. Curiosamente unos queremos quitarnos esos miles de gramos que nos sobran y ella necesita ganarlos. Una pena que no pueda hacerse una “donación”. J


Hoy para beber, como nuestros gustos no coinciden, ella pide un moscato pero no hay. Se lo han bebido todo. Es curioso el éxito de este vino que realmente yo mismo tengo que reconocer que se deja beber, es golosón. En su defecto le acercan una copita de un cava rosado.

 Yo prefiero pedirme unas copitas de algún blanco más “serio”. Así que tengo la suerte de disfrutar de un Elle de Landaluce. Un blanco de Rioja alavesa mezcla de viura y malvasia y que fermenta en barricas de roble francés durante un par de meses. Este es el tipo de vino que me gusta, más madera que fruta. 





Nos obsequian con una ración de queso pero esta mujer no es precisamente muy “quesera” así que “hago lo que puedo” y prácticamente me la como yo solito. Me ha gustado el azul pero el otro, es de los de comerte un plato entero. Para más detalle, allí que nos aparecen con una botellita de un viejo conocido, un PX Robles. Esto es lo que es, un postre en sí mismo. Pasas y pasas y más pasas. “Gordito”, un jarabe pero rico.

Así que con un rico cafecito, damos por finalizada la velada. Nos lo hemos pasado bien, hemos cenado estupendamente y encima la cuenta es de las de invitar a volver. 46 euros han tenido la culpa. Estupenda relación calidad-precio.

Su página web: www.txocook.com

25 de diciembre de 2014

DE SANTA ROSALIA (BILBAO): Estupenda carne de wagyu.

Como sabía que son días muy complicados por el tema de esas cenas de empresa o de amigos que se celebran antes de navidad y aprovechando una visita a la capital, reservé mesa en este restaurante al que le tenía ganas. Sé  que he cenado aquí hace ya un tiempo pero cuando no reflejaba en ningún sitio lo vivido.
El local no es lujoso, mesas un tanto ajustadas de tamaño, sin mantel y bien aprovechado el espacio interior. Tiene una terraza muy “apetecible” y además cubierta pero hoy no hace precisamente día de terrazas.
Cuando entrábamos,  casualidades de la vida, salía uno que ha confesado en alguna ocasión ser seguidor de este blog, los hay que tienen unos gustos muy raros. :-) Eso sí, prometo no volver a confundirme, esa juventud despista a uno que ya no lo es.


Tras un vistazo a la carta y como uno viene ya predispuesto a probar algunas cosas en concreto, hacemos el pedido de la cena.
Nos acercan unas aceitunas con una salsa ligera como aperitivo y mientras echo un vistazo a la carta de vinos que por cierto es bastante reducida. Como no veo ningún espumoso, les pregunto y me dicen que sí los tienen pero que no los tienen incluidos en la carta. Así que me voy a uno que sé que me gusta, un Juve Camps Reserva de la familia 2010. Creo que es un excelente cava para acompañar un menú que va a estar totalmente marcado por la carne. Me quedo con las copas de buen tamaño que tenemos y declino la oferta de “copas de cava”.  


La chica que nos ha atendido principalmente durante toda la cena ha resultado ser muy maja y agradable. Los platos degustados han salido al centro para compartir y en cada servicio nos ha cambiado platos y cubiertos.
Un par de panes que al final terminan siendo cinco. Nos hemos juntado dos “paneros” de mucho cuidado. Además alguna salsa invita al “pecado”.
Comenzamos por el tataki de wagyu. Viene acompañado por algunos adornos pero a mi lo que me interesa es la carne en sí. La verdad es que nos ha encantado. Sabor muy agradable, textura inmejorable. Marijo no es de pedir así las carnes pero es una excelente comedora y ha disfrutado mucho con el plato. Empezamos bien, empezamos muy bien.


Pasamos al Steak tartar de wagyu. Lleva unas compañias, como por ejemplo unos trozos de pimiento que pican. Mi compi no es amiga del picante, yo sí. Pero la carne en sí está espectacular. Sin esos condimentos exagerados que algunas veces convierten un steak tartar en un plato que parece todo menos carne. Aquí  el protagonista es la carne en sí y realmente está cojonuda.


El siguiente plato es el asado de tira de wagyu. Que no es otra cosa que el costillar del buey asado a baja temperatura. Acompañado simplemente por unos trozos de zanahoria y una patata presentada muy bonita. En cuanto he metido el cuchillo me he dado cuenta de que era pura mantequilla.  Con un sabor muy suave. En esta ocasión me he quedado con ganas y me hubiese comido otra ración tranquilamente.


Hasta aquí era lo que habíamos pedido en un primer momento pero nos quedan un par de copas de cava y además somos “buenos comedores”, así que nos decidimos a rematar la faena con el rabo de wagyu. Cocinado también a baja temperatura y que lleva el mismo acompañamiento que el plato anterior.
Volvemos a disfrutar como chiquillos de una carne jugosísima, con estupendo sabor, se deja soltar del hueso fácilmente e invita a untar pan en la rica salsa.
No queremos postres y eso que he estado tentado de pedir una ración de croquetas pero uno no es del mismo Bilbao.


Salimos ahora ya sí a la terraza, el vicio es el vicio. Un par de “cortaos” que por cierto están bien ricos y allí mismo pagamos y comentamos que ha sido una cena estupenda y que realmente todos los platos degustados han demostrado una calidad excelente de la carne y además que el cocinero sabe tratarla en su justa medida.
El total abonado han sido 120 euros. No soy persona, creo que el que me lea habitualmente lo habrá comprobado, que se queje en general de los precios. En esta ocasión un detalle ha nublado la sensación final y ha sido el precio cobrado por la botella de cava. 30 euros más los 3 correspondiente de iva, hacen un total de 33 euros. Es multiplicar por 2,5 su valor en tienda. 
Y curiosamente los vinos que ofertan tienen unos precios comedidos.

21 de diciembre de 2014

ANDONIREN TABERNA (LAUDIO): COMO EN CASA.

Hay que celebrar un acontecimiento.  El “peke” ha cumplido ni más ni menos que……. 24 tacos. Ufffffffffffff. El problema no son sus años, el problema es que yo tengo, curiosamente, 24 años más que cuando él nació y eso es ya mucho hablar.
La idea era visitar alguno de los “grandes” pero no ha podido ser y lo dejamos para otra ocasión que no será demasiado lejana.
Así que para no perder ocasión, decidimos comer en un sitio de confianza, uno de esos que muchas veces dejamos un tanto “abandonados” por ese ansia de acudir a lo “más de lo más”. Aquí desayuno yo a diario. Somos ya prácticamente amigos. Eso pienso yo al menos. Igual ella no J


Andoniren Taberna. Me acuerdo mucho de Andoni, fue de los primeros que intentó que bebiésemos vino, pero vino rico, no lo de siempre. Sus ansias de “viciarnos” le llevaron a abrir una vinoteca. Allí hice yo un trato con él, de aquellos tratos de entonces, de los que con la palabra era suficiente. El  se quedó con mi Suzuki y yo con su Yamaha. Eso sí, salí tan "contento" que me tuvieron que venir a buscar, no estaba yo en condiciones de conducir. :-)


Así que no dirigimos al lugar, a cargo de la barra habitualmente se encuentra Karol, que curiosamente siempre me lleva a recordar un pastel muy nuestro, muy de Bilbao.


No sé yo muy bien a que santo me voy siempre al susodicho pastel. Cosas de la mente humana. :-)

En la cocina está su amatxu, una amatxu joven pero de las de antes, de las que saben cocinar y lo hacen bien.
Se nota que estudió en "buenos colegios" y se nota más aún que estudió con muy buena gente.
El acuerdo ya estaba hecho, no tenemos nada que pedir, saben a lo que venimos. Todo está ya programado por anticipado.

Allí nos llega el txakoli. El UNO, desde luego que hay que reconocer que lo han conseguido. Han creado un buen vino. Un vino muy apetecible. Fresco, goloso, a mi lo que más me viene a la mente es la pera. Acompaña estupendamente cualquier plato que le pongan delante.

Curiosamente ha salido de la unión de un ganadero, un hostelero y un párroco, una “cuadrilla” bien curiosa pero que “marida estupendamente”. Cuando algo así se hace tan cerca de casa, es pura satisfacción. Por su precio puede competir de manera mucho más que honesta con algunos que le superan en nombre y en coste.
Nos lo sacan fresco, saben que no me gusta demasiado frío y han tenido el detalle de sacarlo un buen rato antes de la cámara. Buenas copas.

Buenas mesas de madera, de buen tamaño, algún día me hará caso y el lugar "mejorará" pero es mujer y habrá que darle tiempo, que parezca que ha sido idea suya.

Como esa cocinera tiene mucho trabajo, hay una cuadrilla de jóvenes comiendo, nos acercan unas croquetas como aperitivo y son croquetas de las caseras, con sabor, con buena masa y buen relleno y crujientes.
Un pan de los que “enamoran”. Yo soy panero, que no panadero. Y para mi es un alimento indispensable. Aquí es casero. De panadero de confianza. Buen cesto, sin costes adicionales y sin problemas si se termina, hay más.
Nos llega la ensalada. Una ensalada mixta para dos…… o para…… Aliñada a mi gusto, es decir, con vinagre en cantidad. Esto tiene más acidez que el txakoli. Me encanta así. Me encanta untar pan.
El bonito es bonito de “verdad”. No de latas desmigadas, no. Taco de bonito. De los que como se te ocurra meter mucho en boca puedes pasar un mal rato.


Y nos llega ahora, en su piedra caliente, la protagonista de la jornada, una txuleta. Una txuleta de excelente tamaño. Con su correspondiente capa de grasa. Me parece uno de los platos por excelencia. Cuando el producto es bueno, cuando sabemos trabajarlo…… Menudo rato que hemos pasado padre e hijo dando cuenta de ella. No ha quedado más que un hueso que he intentado limpiar  “educadamente”, es decir…… a mordiscos.


Acompañan a la txuleta unas patatas fritas pero como las hago yo en casa. Pelar y freir. No congeladas. No soporto las patatas congeladas.
Unos pimientos verdes de tamaño bocado de los que yo soy capaz de comerme unos….. cien o más. De Bilbo no pero de cerca.


Mi hijo tiene un “problema” no es de postres. Pero sí es de quesos así que para terminar con el par de copas de txakoli que restan, pedimos media ración de queso. Está rico. Eso sí, una “roja” y del Athletic…… un Idiazabal, Karol, por favor. En este caso un queso manchego que no desmerece pero…..



Un cortao de los que me gustan, es decir, con una “nube” de leche y a otra cosa mariposa. Hemos disfrutado como en casa. De un buen producto, bien tratado. Hemos comido estupendamente y además son cuentas de las que no “asustan”. El total abonado han sido 47 euros. Así da gusto. Eskerrik asko, guapas.

28 de noviembre de 2014

RESTAURANTE ARETXONDO (GALDAKAO): LA CUADRATURA DEL CÍRCULO.

Hacer lo que hago me encanta. Comer estupendamente, beber cosas ricas y después contarlas, a mi peculiar manera, eso sí. Encima tengo la infinitva suerte de que haya personas a las que les gusta leerlo. Y para completarlo todo, gracias a esta estupenda afición, hay días en los que me suceden cosas que me hacen pensar que quizás no sea tan difícil conseguir la perfección.
Hace un año ya, parece mentira, que Gure Sukalkintza decidió juntar a 8 blogueros y a dos “suertudos” a una experiencia que me hizo “bajarme” un poco a lo terrenal y darme cuenta de que con los ojos cerrados las cosas no son tan evidentes.


Hoy he tenido la oportunidad de vivir otra maravillosa experiencia, acompañado de algunas caras conocidas y otras nuevas, de gente joven que vive esta pasión con más intensidad que yo mismo y nuevamente de otros dos afortunados a los que la suerte les ha traído hasta aquí.
Conozco el camino, son ya unas cuantas las visitas que he hecho tanto a la casa que hoy nos recibe como a su “pariente”, Andra Mari. Siempre he disfrutado y aunque hoy uno va un poco nervioso por no saber muy bien lo que le espera, al de muy poco me relajo absolutamente y comienza un disfrute pleno.


Por lo pronto, nada más cruzar la puerta, nos recibe un pletórico recién “estrellado”, Josemi, del restaurante Aizian, eso es todo un lujazo. Lleva unos días un tanto ocupado pero feliz. El reconocimiento a un trabajo bien hecho, una sensación que uno no disfrutará jamás. Zorionak para él y por supuesto para todo el equipo. Los goles los marca uno pero el balòn viene desde atrás empujado por todos.


Mientras van llegando los invitados, podemos disfrutar de un rico txakoli y se nos une Ricardo Asua, propietario del negocio familiar que será quien nos guíe hasta lo más profundo del precioso caserío donde se ubica la bodega. Que bien se tiene que estar aquí abajo en esos días del verano. Allí hay unos cuantos vinos que algunos que conozco les meterían el sacacorchos encantados de la vida. Hombre campechano y muy agradable. Se notan las tablas.
Pasamos al amplísimo comedor y nos vamos acomodando en la mesa, hoy al menos, voy a vivirlo con los ojos abiertos, eso es siempre una ventaja.


La idea es presentarnos algunas de las novedades de los tres restaurantes y para ello contamos con sus tres estupendos cocineros: Zuriñe de Andra Mari, Guillermo de Aretxondo y Josemi de Aizian. Dos estrellas y ojalá que pronto sean tres.

Para acompañar lo sólido, el vino elegido ha sido el Baigorri, en primer lugar un blanco y después un crianza. 

Yo, fiel a mis gustos y gracias a que hay muchos que siguen pensando que el tinto es más rico (no seré yo quien les saque del error), puedo disfrutar de toda la cena con el blanco Fermentado en barrica cosecha 2003.

 Un vino de color dorado intenso y cuya nariz nos “canta” que aquí hay madera. Lo que para algunos será una “putada” para mi es una bendición. Estoy cogiendo un vicio a este tipo de vinos que hace que esos aromas tan afrutados de algunos vinos actuales que imagino estarán ahí por la demanda del mercado se me antojen menos apetecibles.

Me ha encantado y creo que aún puede guardarse algun año más y nos dará más de una sorpresa agradable.

Comienza el espectáculo donde cada cocinero nos describe el plato en primer lugar para posteriormente emplatarlo “in situ”, ayudado, eso sí, por los invitados que se van rotando en semejante experiencia. Alguno que yo me sé se ha escaqueado, ¿quién habrá sido?. Pero ha disfrutado igual viendo la pasión desatada.

En primer lugar podemos disfrutar de la Sopa templada de ostras, algas y huevas de salmón. Mira que yo no soy amigo de las ostras pero en esta ocasión, su textura es más de mi agrado, estas llevan un trabajo y se nota al meterlas en boca. El conjunto resulta muy agradable y sin duda alguna, te hace trasladarte al mar. 


Pasamos a la Lasagna de morros de ternera y sepia con jugo de txipirones y aire de pikillos y pimentón. Nombre largo para un plato cuya elaboración no lo es menos.
Mucho trabajo, muchas horas para conseguir el resultado final que es mucho más que satisfactorio.  La carne tierna a más no poder. Los ingredientes presentes pero a mi me ha parecido que el resultado final premia al principal pues no pierde en modo alguno su presencia tanto en nariz como en boca. Me gusta la propuesta y los que podáis pensar en que los morros no os gustan, dazle una oportunidad que seguro que os lleváis una agradable sorpresa.


El siguiente plato es el estofado de bacalao y cebolla con crema de patata y espuma de huevo.
Trabajo y mucho para preparar los callos de bacalao que dan la base a este plato cuya presentación es muy bonita pero que merece la pena “destrozar” para disfrutar de él en su conjunto. Todos los ingredientes tienen su labor. Una pena que “mi emplatadora” haya sido demasiado generosa con mi ración de piel de naranja. 
De nuevo propuesta que gusta y mucho. Menudo placer eso de investigar e investigar y que después te salga algo así para disfrute de innumerables comensales.


El último plato del apartado salado es la Molleja de ternera, crema de limón y caldo de cerveza negra. Nuevamente aparece un ingrediente del que no soy demasiado amigo. La cerveza negra.  Posteriormente descubro que no es, precisamente, el protagonista y que no estorba en absoluto, más bien lo contrario.
Recuerdo yo la poca afición mía a pedir mollejas. Recuerdo esas texturas duras.
Ahora ya le he perdido el “miedo”, esto está muy elaborado, la metes en boca y parece ternera lechal. No penséis que la crema de limón os va a marcar en demasía. Nuevamente son aromas y sabores que están ahí pero que no se empujan unos a otros. Todos ellos participan en el baile pero sin molestar al resto de bailarines.


Pasamos al primero de los postres. Sorbete de café con milhojas de Gransmith y crema de gatzatua. Aquí sí que se le saca jugo a la manzana. Soy cafetero pero curiosamente es un sabor que en el plato no suele agradarme y hoy, como va sucediendo plato a plato, me demuestran que una cosa es que las cosas sepan a algo en concreto y otra muy distinta es que un ingrediente sea un protagonista más.
Un postre muy fresco, de los que sirven para limpiar de lo salado en espera del segundo. Una pena que en esta ocasión no se le haya ido la mano al emplatador con la leche condensada. Soy un tremendo golosón y es uno de mis “placeres prohibidos”.


Y terminamos la estupenda cena con el pastel de praline de avellana, espuma de whisky y helado de vainilla. Nos confiesan que el helado viene del maestro de Santutxu. Del restaurante sale la idea de lo que quieren y él le da forma. He tenido ocasión de probar en varias ocasiones sus helados y la verdad es que están para quitarse el sombrero.  De sabores increíbles.
Yo un amante de los mazapanes y en este postre lo que más me marca es eso precisamente, el sabor a mazapán. Como no puede ser de otro modo, el whisky está ahí pero de manera muy sutil. Estupendo remate para una cojonuda cena.


Unos cafés, las correspondientes fotos para que quede constancia del asunto, charlas distendidas, buen rollo. Aquí nos damos cuenta de que somos una pequeña parte de un todo. Cada uno en su lugar. Yo, como siempre, asumiendo que no tengo ni idea de nada. Que soy lo que soy, un “cuenta-cuentos” que lo único que pretende es disfrutar y después plasmarlo para que otros se atrevan a vivir experiencias semejantes. Merece la pena, la merece mucho.


Eskerrik asko Gure Sukalkintza por esta nueva oportunidad. Eskerrik asko a los protagonistas, a los restaurantes, a los cocineros, al personal de sala que en esta ocasión es más que profesional. Eskerrik asko a los compis de mesa por descubrirme lugares en los que he disfrutado como un chiquillo. 
Zorionak por este nuevo premio conseguido y no dudo de que con el trabajo conseguiréis seguir aumentando el palmarés.
Hoy no he tenido que "trabajar", las fotos son "robadas",evidentemente se nota que no son mías. Eskerrik asko Angel, eres un crack.
Podéis echar un vistazo a los tres restaurantes en www.guresukalkintza.com

17 de noviembre de 2014

TXAKOLI SIMON (ARTXANDA): TXULETALANDIA.

Hay ocasiones en las que tengo muy claro a lo que voy y más claro aún a donde tengo que ir.
Evidentemente en este pequeño país hay muchos sitios donde comer carne y comerla rica pero después de mi primera experiencia y dado que ya no están las noches para alejarse mucho, la opción elegida ha vuelto a ser el Txakoli Simón.


Después de una pequeña visita de inspección por Galdakao para situar uno de mis próximos “objetivos” que no tardará en caer, nos acercamos hasta Artxanda con el convencimiento de que a pesar de la dificultad de localizar el restaurante, iba a llegar a la primera.


Como siempre doy un paseo por algunos caminos vecinales de la zona pero al final, lo consigo, si no es por aquí, pues por allí tendrá que ser. J
Creo que a la tercera será la vencida y que conseguiré lllegar a la primera, lo que para la inmensa mayoría de los mortales es una ilusión, para mi casi supone lo contrario. Se terminó la parte “aventurera” del viaje.

Tal y como andan los tiempos pensé en no reservar pero afortunadamente me lo pensé dos veces y lo hice. El comedor a tope. Desde nuestra llegada un tanto “tempranera” para nuestras costumbres, el fluir de comensales es constante y al final pleno.
Nos acercan las cartas de lo sólido  y de lo líquido. En cuanto a lo sólido poco ha habido que pensar puesto que íbamos a lo que íbamos y poco más me ha costado decidirme con que acompañar la cena. Tienen una más que decente carta de vinos y cosa curiosa, de los pocos que disponen de unas cuantas referencias de vinos de postre y bastante “atractivos”, por cierto. Una pena el asunto de tener que coger volante.
Así que sabiendo ya de unas cuantas ocasiones que está bien rico , me decanto por una botellita de Gramona Imperial Gran Reserva 2007.  Es una apuesta segura. Acompaña estupendamente todos los platos.
Rechazamos el cambio de copas, las que tenemos nos gustan más. Presentado, abierto y dado a probar e inmediatamente nos acercan la correspondiente cubitera. Además el precio es muy justo puesto que son 22 euros total.
Buena lágrima que llena la copa, estupenda nariz y su paso por boca es muy pero que muy agradable. Poca envidia o más bien ninguna tiene que tener a más de un champagne.


Para abrir boca pedimos una ración de hongos  que nos presentan bañados en una rica salsa. De las que te “obliga” a untar pan. Por cierto el pan está muy rico. Unas txapatas de buen tamaño y crujientes que terminan sus días bañadas en la susodicha salsa. La única pega, por decir algo, es que estaban ligeramente salados.


Le toca el turno a la protagonista de la noche, la estupenda chuleta que  de nuevo se presenta en esa parrilla que te permite trabajarla a tu gusto. Cuando te toman nota te preguntan por el peso deseado y creo que con un kilo iremos bien. Hoy somos dos personas con gustos muy distintos en cuanto a su punto. Yo soy más amigo del punto justito, ella es más amiga del punto pasadito. Asi que vamos colocando en uno u otro lugar cada trozo para comerla cada uno a su manera. Eso sí, para mi es primordial que mantenga una temperatura elevada.


Poco desperdicio tiene, únicamente el hueso. La grasa es algo que me encanta y no dejo ni rastro. Color sonrosadito, como es menester y sabor, mucho sabor. Realmente aquí saben donde comprar la carne. Creo que el noventa por ciento del resto de comensales han ido a lo mismo. Txuleta por aquí y txuleta por allí.
Hoy he cenado con dos “txuletas” y las dos lo son porque pueden serlo.
Para acompañarla te traen una ensalada de lechuga y cebolla y además aliñada a mi gusto, con potencia de vinagre. Evidentemente hoy los gustos no son similares.


Un par de copas de cava quedan aún y me he acordado de que el fluido de chocolate estaba rico así que hemos compartido uno entre los dos. Un chocolate muy oscuro que podía dar la sensación de estar más amargo pero no, dulce, golosón.


Pues me parece una de las mejores opciones de la zona para acertar con la carne, a buen precio y con un servicio amable y atento. Con una infusión y un cortao terminamos la velada.
El precio abonado total han sido 95 euros  que nuevamente me parece un buen precio para lo degustado. Su página web: www.txakolisimon.com

3 de noviembre de 2014

RESTAURANTE ZIMA`S (BILBAO): ILUSION, MUCHA ILUSIÓN.

Sigo intentando descubrir todo lo que puedo, sigo indagando en la red y hay veces que eso da sus frutos.  No me resulta fácil encontrar novedades pero evidentemente no hay que perder la esperanza y hoy ha sido “día de cosecha”.


Si pasas por delante, jamás te imaginarías que allí se cocina y que además se cocina bien.  Tanto el nombre del local como el entorno, les venía “impuesto” del anterior negocio. Saben que la imagen no es la que quieren pero poco a poco intentarán cambiarla. Ahora suficiente asunto es salir adelante en estos momentos que no son precisamente, los más fáciles para embarcarse en estas historias.


Esta joven pareja que ha terminado en este mundo de la gastronomía por pura casualidad, se ha animado a embarcarse en una aventura pero no van a lo loco, no.
David ha pasado por alguna cocina, cocinas que conozco. El Kaian en Plentzia, el Zuria en Bilbao. Allí ha ido cogiendo tablas y ahora le toca el turno de ser él quien lleve las riendas.
Quieren trabajar con producto de temporada y de vez en cuando hacen jornadas de menú degustación cerrado, sin trabajar la carta. Hoy era uno de esos días.
El espacio destinado a restaurante es correcto. Mesas de buen tamaño y con espacio suficiente entre ellas.  Incluso las de dos comensales son  suficientemente espaciosas.  No busquemos lujos superfluos pero todo está limpio y bien vestido.


No quiero dejar para más tarde hablar del servicio, que luego nos olvidamos de cosas muy importantes. Simpatía a raudales por parte de todo el equipo. Son muy jóvenes pero con ganas de agradar y lo consiguen y sin gestos artificiales.
 Una cesta de panes variados. El pan es importante, es muy importante y cuando ves que se le da importancia pues ya partimos con puntos positivos.
Comenzamos con un salmorejo con aire de Aove y polvo de aceituna negra. Un plato muy habitual hoy en día pero no por ello deja de sorprenderme. Muy fino, con sabor pero sin excesiva acidez.  Comienzas las buenas sensaciones.


Pasamos a la vieira con crema suave de coliflor y crujiente de pan. Textura perfecta de la vieira y realmente, como el nombre del plato indica, la crema es realmente suave. Con toque de sabor, no con sabores muy marcados que anulan al producto principal. Esa especie de “galleta fina” de pan, que nos cuenta que es pan congelado, cortado muy fino y pasado por el horno, está riquísima.



El pescado es hoy un taco de rape negro con parmentier de ibérico y tomate concassé. Arantza no es amiga de estas texturas en el pescado pero es una enamorada de verduras y cremas “sanas” como dice ella. Le ha gustado mucho la parmentier pero el rape se lo ha zampado sin contemplaciones.  De nuevo un plato acertado y que nos dice que vamos por buen camino.
Con las emociones me he olvidado de la foto del pescado así que pan con pan.



El menú degustación ofrece un pequeño maridaje con vinos pero yo opto por pedir una botella de un blanco que desconozco pero que es lo que mejor me suena de su corta pero original carta. Buenas copas, descorche, dado a catar y como mi compi y yo no “maridamos” demasiado bien con el asunto de la temperatura de consumo de los blancos, pedimos una cubitera y yo procuro llenarme más la copa para evitar “anestesiarlo”.
Concretamente el vino elegido ha sido un Angosto Almendros. Un vino valenciano mezcla al 50% de verdejo y chardonnay y con una crianza de 5 meses en barricas de roble francés.

Me ha sorprendido muy gratamente, un vino que tiene un precio muy arreglado pero que en contra de lo que me esperaba, me ha parecido un vino serio. Esperaba quizás mucha fruta fresca o algún aroma exagerado y no ha sido así. He disfrutado mucho con él,  creo que este vino merece “guarda y custodia” y dejarle algún añito guardado por ahí, quizás nos de alguna sorpresa muy agradable.

Detalle agradable en el menú, un pequeño sorbete de mango al brandy para dejar sitio a la carne. La leche que cosa más rica. Realmente es mango pero esto lleva ingredientes que le hacen ser diferente. Lógicamente fresco pero sabroso, muy sabroso.


Secreto de bellota con cebollitas glaseadas en soja y miel. Crujiente, parece que te comes un torrezno pero a la vez jugoso. Nos ha encantado el sabor de la carne y los toques dulces que le aporta la miel. De nuevo un plato muy bien conseguido. Un plato de categoría.


Para romper con lo salado nos presentan una lima con espuma de mojito. El “recipiente” es la lima en sí y viene rellena de una riquísima espuma que quizás, a nuestro gusto, debería haber estado un poco más fría. Pero para un muy poco amante de mentas y hierbabuenas, nueva sorpresa agradable. Estoy disfrutando con cada plato.

Y llega ahora el remate de la noche, la tostada de pan brioche con helado de queso blanco. Oyessssss, que rico. Dulce, muy dulce.  Tengo mucho “mono” de la leche condensada, el hecho de la tendencia a coger centímetros de cintura me hace cortarme un montón con ella y hoy me he acordado de ella. Es una tostada golosona, muy golosona. Nos ha encantado a los dos, de las de repetir. Quizás el paso por el Zuria, donde su torrija es el postre estrella, haya hecho que David consiga hacernos cerrar los ojos y sentir placer por un momento. Remate de diez.

Con el cafecito y una infusión, salimos a espacio que tienen a la entrada para echar un cigarrito. Yo además, me llevo la copita de blanco que ha sobrado. Alli tenemos una larga y agradable charla con el cocinero y su compi de viaje. Da gusto oirles hablar, da gusto ver esa ilusión en su trabajo. Ella es una “señora matemática” que se ha visto envuelta en un mundo un tanto diferente. Les deseo toda la suerte del mundo, creo que se la merecen. Espero que les vayan descubriendo poco a poco.


Dar un menú de esta calidad y además con vinos por 27 euros no es tarea sencilla. Sigo diciendo que me da tanta pena que la gente prefiera acudir a sitios donde al final terminas gastando prácticamente lo mismo para comer un plato combinado............

Si alguien tiene duda de la localización de este restaurante, decir que está junto a El Eme. Debo ser uno de los pocos “terrícolas” que aún no ha comido uno de sus sandwiches. Conste que no me siento mal por ello, prefiero sentarme sin prisas y disfrutar como lo he hecho hoy.